Música

El mítico festival de Woodstock cumple 40 años con todo su espíritu intacto

Dos jóvenes se abrazan en el festival de 1969.
EFE

Cuarenta años después, el mítico festival de Woodstock mantiene un envidiable estado de salud. El festival que puso banda sonora a toda una generación y que se ha perpetuado como hito cultural recibe numerosos homenajes en su cumpleaños.

Para empezar, la productora Riho saca a la venta la semana que viene Woodstock 40, una caja de 6 discos con 77 canciones, 38 de ellas inéditas, en orden cronológico y que supone la colección mas completa de artistas que participaron en el festival. De Santana a Jimi Hendrix pasando por Joe Cocker, Crosby, The Who o Jefferson Airplane.

En el aspecto cinematográfico, Ang Lee estrenará Taking Woodstockuna comedia sobre la primera edición, que tuvo lugar entre el 15 y el 18 de agosto de 1969. Además, el DVD de la película grabada por Michael Wadleigh ese año ya tiene su edición especial, Woodstock, 3 Días de Paz y Música: Edición 40 Aniversario.

El festival en el que todo pudo salir mal, pero tuvo un final feliz

Fue el guitarrista folk Richie Heaven quién abrió la primera edición de este festival que ya forma parte de la historia. Sin emabrgo, a punt oestuvo de convertirse en un desastre. La organización corrió por cuenta de John Roberts, Joel Rosenman, Artie Kornfeld y Michael Lang, el mayor de los cuales contaba 26 años. Roberts, heredero de una gran fortuna, hizo frente a las necesidades económicas de un festival que aún hoy se define como "3 días de paz y música".

Los sobresaltos comenzaron mucho antes que las actuaciones. Rosenman había cerrado un acuerdo para que The Woodstock Music & Art Fair se celebrase en Wallkill, una localidad a 50 minutos de Bethel. Pero en julio, apenas un mes antes de que arrancase el festival, las autoridades locales cancelaron el contrato, temerosas de que hordas juveniles arrasaran su idílico municipio. Entonces apareció la mano salvadora de Elliot Tiber, un pequeño empresario que vivía cerca de Bethel. Tiber puso en contacto a Michael Lang y Max Yasgur, por entonces el mayor productor de leche del Condado de Sullivan y poseedor de enormes extensiones de terreno.

La organización y Yasgur no tardaron en cerrar el trato, comenzando de inmediato las labores para acondicionar el emplazamiento. Mientras, el artista Arnold Skolniek diseñaba el logo de Woodstock -una paloma sobre el mástil de una guitarra-, y el cineasta Michael Wadleigh se preparaba para grabar la película sobre el festival. Exceptuando a los músicos, muy pocos cobraron por su trabajo en Woodstock. Wadleigh, por ejemplo, tuvo que poner dinero de su propio bolsillo para producir una película que ganaría el Oscar al Mejor Documental en 1971.

El miércoles 13 ya habían acampado unas 40.000 personas en los campos de Yasgur. Las expectativas de la organización oscilaban entre los 200.000 y los 250.000 asistentes. Nada hacía prever la avalancha humana que congregó a casi 450.000 espectadores. Además, nadie se percató de la ausencia de taquillas, y ante la imposibilidad de desalojar a todos los espectadores que ya habían entrado, los responsables del evento no tuvieron más remedio que declararlo gratuito, poniendo la primera piedra del desastre económico que supuso Woodstock.

Lo ocurrido durante los tres días que transcurrieron entre el 15 y el 18 de agosto es de sobra conocido: grandes actuaciones, sí, pero también falta absoluta de condiciones higiénicas, alimentarias y de seguridad. Por no mencionar las tres muertes con que se cerró el festival: dos por sobredosis y otra por atropello. Sin embargo, nunca ha habido otro festival como aquél de 1969. Y así nos lo quiere demostrar Ang Lee con su película.