
Quizá se podría pensar que un país con una superficie de 2.586 km2 (algo más que la provincia de Vizcaya) tiene poco que ver. Pues no es así. En Luxemburgo se mezclan los pequeños secretos de los recovecos de una ciudad milenaria y la diversidad de paisajes de un país que se extiende a lo largo de 82 km de norte a sur y 57 de este a oeste.
La capital tiene trufado el encanto de los lugares tranquilos con la modernidad de las ciudades prósperas, fruto del poso del devenir de los años y de la más profunda vocación europeísta (no en vano casi el 40% de los 455.000 habitantes del país son de origen extranjero).

Adentrándonos por sus calles más modernas descubrimos una ciudad muy paseable, con la plaza de Guillermo II (sede del Ayuntamiento) como epicentro. La Gran Rue como avenida peatonal -arropada por decenas de tiendas-, el boulevard Roosevelt o las grandes zonas verdes, que ocupan la cuarta parte de la ciudad, son otros de los pilares de la ciudad.
La vanguardia cosmopolita se funde en el barrio financiero, muy cercano la plaza de Europa, dominada por el espectacular Museo de Arte Moderno (foto superior) y la futurista sede de la Filarmónica.
Más allá de la capital
Con un poco de tiempo y organización, en Luxemburgo se pueden realizar también excursiones más allá de la capital. Una buena opción es el autobús o el ferrocarril, que parte del centro de la ciudad. Precisamente en la estación de tren, coronada por una curiosa cúpula interior, hay una oficina de turismo desde donde se pueden programar las rutas.

Un poco más al este se encuentra la villa de Echternach, un pequeño municipio con un bonito recinto medieval en el que hasta se puede pernoctar en alguna de las torres de la muralla habilitadas para el alojamiento turístico.
Hacia al norte, en un agradable viaje en tren en el que se mezclan escarpados paisajes y multitud de pequeños ríos, podemos dirigirnos hasta la zona de las Ardenas. En el castillo de Clervaux se encuentra la exposición permanente de fotografía The family of man, una cuidada selección de más de 500 imágenes en blanco y negro de los mejores fotógrafos del mundo (foto inferior).

Los amantes de los caldos tienen la opción de visitar alguna de las decenas de bodegas que salpican las zonas rurales del país, no en vano los luxemburgueses se vanaglorian de ser "el país del buen vino"...
Y los apasionados por las anécdotas se pueden acercar hasta Schengen, un pequeño pueblo al sur del país -famoso por el acuerdo europeo del mismo nombre- en el que es posible plantar el pie izquierdo en Luxemburgo, el derecho en Francia y al mismo tiempo estar contemplando enfrente el paisaje de Alemania.
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