Turismo para frenar que desaparezcan las tradicionales cantinas mexicanas

  • Son los bares de puertas batientes que prohibían entrar a las mujeres.
  • El Gobierno de la Ciudad de México quiere evitar su cierre.
  • Ha organizado recorridos turísticos para potenciar el casco histórico.
Interior de una cantina mexicana.
Interior de una cantina mexicana.
EFE
Interior de una cantina mexicana.
Las tradicionales cantinas mexicanas, esos bares con puertas batientes que en ocasiones prohibían la entrada a las mujeres, han caído en decadencia en los últimos años, lo que ha motivado que las autoridades de Ciudad de México organicen recorridos turísticos por ellas para revitalizarlas y evitar su cierre.

El 2 de enero de 2008 cerró "El nivel", la más antigua del país, fundada en 1855 y poseedora de la primera licencia de operación para un establecimiento de este tipo, expedida en 1872. Entre sus parroquianos tuvo a treinta presidentes mexicanos, desde Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876) hasta Ernesto Zedillo (1994-2000), así como a  numerosos artistas como Diego Rivera y líderes políticos como Fidel Castro o Ernesto

Che Guevara.

Pero no es la única, otras míticas como La Parroquia, El Cabaret Bombay o La Valenciana, situadas también en el Centro Histórico de la capital mexicana, han cerrado definitivamente sus puertas.

En toda la Ciudad de México se calcula que hay unas 1.250 cantinas, frente a las 3.000 que había a principios de la década pasada.

Recuperación del casco histórico

Francisco Ibarlucea, guía turístico, explica que a pesar de los proyectos de recuperación del Centro Histórico "la ciudad se ha diversificado una barbaridad, los jóvenes se dirigen a otros puntos y la gente no viene al centro a divertirse".

Otra explicación de la lenta agonía de estos establecimientos es que los clientes "de toda la vida" se han ido muriendo "y los nietos ni de chiste vienen para acá", según Ibarlucea. Una de los lugares que se visita es

La Faena, fundada en 1954 como punto de reunión de la Asociación Mexicana de Novilleros, y que es casi un museo del toreo.

En su día, se cuenta, la gente hacían colas "de kilómetros" para poder entrar en este local, pero en la década de los ochenta entró en decadencia, por lo que los propios trabajadores formaron una cooperativa para solventar los problemas económicos.

Los fines de semana alquilan el local para conciertos de música electrónica y "raves", y en una ocasión uno de los dj's no se presentó, provocando el enojo del público que destrozó el bar.

Feliciano Martínez, cantinero del Nuevo León, explica que lo tradicional de un establecimiento de este tipo son las partidas de dominó y las "botanas" (comida para picar).

Otra famosa cantina que se visita es La Ópera, legendaria por presumir de tener un disparo en el techo hecho por Pancho Villa cuando desayunó allí una vez.

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