El melancólico placer de los cementerios

  • Los camposantos son destino de millones de turistas al año.
  • El de Le Pere-Lachaise, en París, es el más visitado del mundo.
  • Sus monumentos funerarios hacen de ellos museos al aire libre.
Tumbas en el cementerio judío de Praga.
Tumbas en el cementerio judío de Praga.
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Tumbas en el cementerio judío de Praga.
Los camposantos son el lugar de destino de todos los viajes definitivos, pero en ocasiones lo son también de los que tienen billete de vuelta a casa y sólo llegan a ellos para pasear entre tus tumbas, admirar el arte que las adorna y presentar sus respetos a los ilustres residentes que están en ellas. En estas fechas, vísperas del 1 de noviembre, vamos a presentar algunos de los cementerios más visitados del mundo, museos al aire libre dedicados a recordar a los que ya no están entre nosotros.

Tumba de Jim Morrison en París.Quizás el cementerio más turístico del mundo sea el de Le Pere-Lachaise , en París. Se dice que es el cuarto lugar más visitado por los que que viajan hasta la Ciudad de la Luz, tras la Torre Eiffel, Notre Dame y el Centro Pompidou. En él reposan los restos de personajes como Oscar Wilde, Balzac, Moliére, Chopin, Delacroix y Rossini. Los visitantes pueden incluso adquirir un plano donde se sitúan las tumbas de los más famosos, incluyendo la del cantante de The Doors (en la imagen), Jim Morrison , vigilado por guardias y cámaras de seguridad que impiden que la lápida sea robada. Fue fundado en 1803 y los parisinos utilizan sus instalaciones como un parque cualquiera.

Otro ilustre cementerio europeo es el Judío de Praga , quizá uno de los más poblados, con cerca de 200.000 difuntos en el reducido espacio situado en el centro de la ciudad. Algo que se plasma en un caótico conglomerado de lápidas hebreas que a lo largo de los siglos, desde el XV hasta el XVIII fueron amontonándose. En el Nuevo Cementerio Judío, situado al este de Praga, y donde, al igual que en el Antiguo, los hombres tienen la obligación de cubrirse la cabeza, descansa el escritor Franz Kafka, destacado por un monumento cubista y cubierto de objetos, libros y enseres dejados por sus lectores.

Creado en el siglo XIX junto a las otras seis grandes necrópolis de Londres, Highgate es uno de esos camposantos europeos entre la elegancia victoriana y el misterio gótico. La zona más con más encanto de este cementerio, donde reposa Karl Marx, es la oeste, formada por sombríos senderos y callejones ocultos tras la vegetación. La avenida Egipcia y su pórtico que da acceso a las catacumbas son dos de sus rincones más emblemáticos.

El Cementerio Alegre de Rumanía

Lápidas del Cementerio Alegre, en Rumanía.En la ciudad rumana de Sapanta se encuentra el Cimitirul Vesel o Cementerio Alegre, que demuestra esta condición en sus cruces de madera pintadas de colores en donde dominan el blanco, verde, rojo y azul. Dignas también de admiración son las esculturas tradicionales que realzan algunas tumbas. Su original decoración arrancó en 1935 a manos del artista plástico Stan Ioan Patras.

En Europa, otros camposantos que figuran en las guías de viajes son el Monumental en Milán, donde entre sus famosos restos destacan los del compositor Giuseppe Verdi, y el de Estambul, anárquico y cubierto de cipreses, conocido por albergar, en una de sus laderas y con excelentes vistas sobre el Cuerno de Oro, el café de Pierre Loti en el que el paraba este escritor y viajero francés.

En España

El beso de la muerte, en Poble Nou.El hermoso camposanto de Poble Nou, en Barcelona , rodeado de chimeneas de ladrillo y rascacielos como la torre Agbar, está considerado uno de los cementerios civiles más antiguos de España, construido a principios del siglo XIX. Basa su belleza en la muestra de arte mortuorio, desde el ángel con trompeta que destaca en la entrada principal hasta el museo al aire libre. La escultura del Beso de la Muerte (en la imagen) es, tal vez, el mejor ejemplo de ese arte, con un esqueleto con alas que despide al hijo de la familia Llaudet.

Otros cementerios que bien merecen una visita son el de Comillas, en Cantabria, situado sobre el Cantábrico y las ruinas de una iglesia gótica del siglo XV coronadas por la estatua de un ángel blandiendo una espada, o, en Asturias, el cementerio marinero de Luarca, que ofrece igualmente un espectacular mirador sobre el mar. Su residente más ilustre es el Nobel de Medicina Severo Ochoa.

En América

El cementerio del barrio bonaerense de La Recoleta muestra un exquisito gusto por el monumentalismo afrancesado, una pequeña villa en mármol de estilo neoclásico, con largas avenidas cubiertas de árboles y panteones a ambos lados. Allí descansan el escritor Adolfo Bioy Casares o el militar Facundo Quiroga. Pero si en La Recoleta hay un punto de peregrinaje destacado ese es la tumba de María Eva Duarte de Perón, Evita, alojada en el panteón familiar y uno de los lugares más visitados a diario.

En Cuba, el Cementerio Cristóbal Colón de La Habana está marcado por el color blanco. Construido en la segunda mitad del siglo XIX, la atmósfera del lugar dista mucho de la tenebrosidad asociada a estos lugares. Allí encontramos mausoleos dedicados a los mártires de la Revolución. No faltan tampoco figuras de la cultura cubana como Alejo Carpentier, pero es la tumba de Amelia Goyri de La Hoz, La Milagrosa, la que centra el mayor interés del Cristóbal Colón. A ella acuden los cubanos diariamente para pedir por la salud de sus hijos.

Pero si buscamos las tumbas de los mitos del siglo XX, Los Angeles, en Estados Unidos es nuestro destino. En el Forest Lawn Memorial Park en Glendale se hallan enterrados ilustres como Walt Disney, Humphrey Bogart -con un modesto rótulo-, James Stewart, Sammy Davis Jr., Spencer Tracy o Nat King Cole. Por su parte, el Westwood Village Memorial Park tiene como inquilinos más famosos a Marilyn Monroe -un sencillo nicho que siempre tiene rosas rojas -, su amigo y escritor Truman Capote, Dean Martín, Jack Lemmon o Walter Matthau. Otro espacio de obligada visita es el Eden Memorial Park en el que descansan los restos de Groucho Marx, que, por cierto, carece del famoso epitafio que le hizo famoso: "Perdone que no me levante".  En su lugar, el visitante sólo encontrará una placa con una estrella de David.

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