Una periferia en pleno centro de Nápoles: ¿te atreves a visitar el barrio español?

  • Las velas de los altares fueron hasta 1995 la única iluminación nocturna.
  • Ha sido el barrio principal de la Camorra "y lo es todavía hoy”.
Los edificios de este barrio de Nápoles se levantaron en el siglo XVI para acoger a los soldados españoles.
Los edificios de este barrio de Nápoles se levantaron en el siglo XVI para acoger a los soldados españoles.
WIKIPEDIA/IlSistemone
Los edificios de este barrio de Nápoles se levantaron en el siglo XVI para acoger a los soldados españoles.

Sus calles han sido siempre conflictivas y, aunque está en pleno centro de Nápoles, la Camorra todavía campa por el llamado barrio español, uno de los más desfavorecidos de la ciudad desde su surgimiento en el siglo XVI con la conquista.

El barrio español es una área poco integrada en el tejido urbano de Nápoles y habitada por vecinos que nunca han tenido la necesidad de salir de estas calles y que, cuando lo hacen, incluso dicen que se van a Nápoles, como si su barrio fuera “una periferia en pleno centro de la ciudad”. Aquí, sin embargo, las rutinas se alejan de las de una gran metrópolis.

No es raro que los vecinos se paseen por la calle en zapatillas de estar por casa para santiguarse frente a los más de 400 altares dedicados a la Virgen y adornados con luces LED, flores de plástico y fotos de seres queridos, incluido Maradona, que se disputa la devoción con Dios. Las velas de estos altares fueron durante mucho tiempo la única iluminación durante la noche, ya que el alumbrado público no llegó hasta 1995.

Los Quartieri Spagnoli -en italiano-, se levantaron en el siglo XVI para acoger a los soldados españoles y doblegar así la resistencia de la población, que se oponía a la conquista de Nápoles por parte de la corona. La presencia de las tropas españolas trajo consigo la prostitución y la criminalidad, una situación que el virrey de Nápoles, don Pedro de Toledo, quiso atajar con la promulgación de varias leyes que, sin embargo, sirvieron para poco porque las dificultades sociales de entonces perviven hasta hoy.

Los Quartieri Spagnoli son en realidad tres barrios (San Ferdinando, Avvocata y Montecalvario) trazados por estrechas calles ortogonales que parten de la comercial Vía Toledo y en las que hasta hace bien poco ningún turista ponía los pies. Preciosos palacios del siglo XVII contrastan con altos y precarios edificios que piden a gritos una rehabilitación y de cuyas ventanas abiertas sale a todas horas y a todo volumen música tradicional napolitana.

Porque este es, sobre todo, un barrio bullicioso que retrata a la perfección la postal de tópicos de Nápoles: los vecinos que parecen haberse puesto de acuerdo para tender la ropa recién lavada, la mamma que se asoma a la ventana profiriendo gritos para que los niños suban a comer o los ciclomotores en los que, sin límite de edad de los conductores, la única norma es no llevar casco.

España se suma a un proyecto de regeneración del barrio

Pero más allá de esta estampa que puede parecer incluso idílica por su autenticidad, el barrio español es una zona socialmente problemática, azotada por la precariedad, la degradación y la mafia. Su regeneración es el deseo de asociaciones como la Fundación FOQUS, que trabaja a diario en el barrio para que deje atrás su mala fama, un objetivo al que por primera vez también se suma España con un proyecto conjunto de desarrollo social y cultural. Es el “primer país extranjero que interviene en un proyecto de regeneración de una ciudad italiana”.

Las referencias a esta iniciativa se multiplican en las calles del barrio, cuyos comercios lucen carteles anunciado que “España vuelve al barrio español”. El director de FOQUS, Renato Quaglia, cuenta que "ha sido el barrio principal de la Camorra y lo es todavía hoy”, mientras recorre un distrito plagado de centinelas que controlan la entrada y siguen disimuladamente a alguno de los visitantes.

Pese a las dificultades de los Quartieri Spagnoli, muchos de sus residentes subrayan que “el barrio se está revitalizando” y ponen en valor la “tolerancia” de unas calles en las que hace años que conviven muchas nacionalidades. “Tolerancia” y “acogida” que también sintió siempre la Tarantina, una mujer transgénero de 83 años, símbolo de un barrio que mira hacia adelante y que, aunque muchos lo sitúen en la periferia, se reivindica como “el corazón” de Nápoles.

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