Valladolid

«Soy ‘quesero’ desde que uno de mis amigos jugó en el equipo»

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de Valladolid?

En la ventana del despacho de mi abuelo en Semana Santa; desde allí podía ver todos los pasos que salían por la calle.

La mejor banda sonora para disfrutar de la ciudad es...

Algo tranquilo y barroco. Probablemente la música de Jordi Savall.

Cuando cierra los ojos y piensa en la capital, ve...

Niebla. Algo que en el aspecto positivo del término me gusta. También topos, cigüeñas... Todo muy natural.

¿Qué época del año le sienta mejor a la ciudad?

El otoño, cuando todavía hay días un poco largos y se nota el fresco.

¿A qué huele Valladolid?

A muchas cosas. A mimosas, a lechazo.

¿A qué sabe?

A un buen Ribera que acompaña al lechazo.

Más vale no dejarse caer por...

Por cualquier sitio donde se hagan estropicios urbanísticos, que los hay. Ésos que sustituyen a cosas muy bonitas, como lo que van a hacer ahora en el Arco del Ladrillo, en los antiguos cuarteles.

Ama Valladolid...

Porque siempre me he sentido en casa y porque la asocio con muchas cosas como la familia y la infancia. Es un lugar en el que me siento muy refugiado.

Pero le desquicia...

No demasiadas cosas, porque el desquiciamiento lo asocio a Madrid. Valladolid es una ciudad calmada y suave.

Una excursión que todo el mundo debería hacer...

Un paseo en coche por los pueblos de alrededor de la provincia con sus bodegas, viñedos y tesoros.

¿Qué edificio vallisoletano no se cansa de admirar?

La Antigua y el Pasaje Gutiérrez.

Súbase al carro de los tópicos, ¿cómo son los vallisoletanos?

Recios, austeros y fríos, aunque esto último entre comillas.

¿Quesero o chamizo?

Quesero desde que uno de mis amigos jugó en el equipo, en las categorías juveniles.