Jaén

Las lechuzas reintroducidas en una finca de Úbeda con el proyecto 'Olivares vivos' comienzan a independizarse

Imagen de una de las lechuzas saliendo del pajar al exterior durante la noche.
OLIVARES VIVOS

Con ello, se ha constatado "el desarrollo exitoso" de la reintroducción, según ha informado este miércoles SEO/BirdLife, que coordina este proyecto Life que pretende recuperar la biodiversidad y mejorar la rentabilidad de este cultivo y que también cuenta como socios con la Diputación jiennense, la Universidad de Jaén y el CSIC.

A comienzos de este mes, cuando los técnicos estimaron que las jóvenes lechuzas con las que reforzó la población en la finca Cortijo de Guadiana, en el término ubetense, estaban listas para salir al exterior, se les dejó abierta una ventana a una altura lo suficientemente elevada como para evitar la entrada de algún posible depredador.

Desde ese momento, ha comenzado su etapa de independencia y pasan buena parte del día fuera del pajar y volviendo algunas horas para descansar y alimentarse. Y es que, por ahora, siempre tienen comida disponible dentro del pajar, aunque poco a poco cada vez la utilizan menos, lo que indica que empiezan a cazar por su cuenta.

"De forma lenta pero segura, en definitiva, las lechuzas van explorando y usando el entorno circundante al cortijo, que tiene una gran disponibilidad, tanto de presas como de lugares de nidificación y que tiene que constituirse como su hábitat", ha explicado José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/BirdLife en Andalucía y coordinador de Olivares Vivos.

Por tanto, dos meses después se ha corroborado "el desarrollo exitoso de la reintroducción", con la que se trata de paliar la difícil situación de las poblaciones andaluzas de lechuza común que, debido fundamentalmente a la transformación del medio rural, se han reducido a casi la mitad, según los programas de seguimiento de SEO/BirdLife.

Mediante la cría campestre controlada o 'hacking', los 14 pollos de lechuza han completado su desarrollo en el amplio pajar anexo al cortijo que da nombre a la finca. Esta técnica consiste en su cría controlada en la que se evita el contacto con los cuidadores, quienes se encargan de su alimentación y de su seguridad hasta que estas rapaces nocturnas comienzan a cazar y se independizan por completo.

Las lechuzas proceden de distintas zonas para asegurar la variabilidad genética en el caso de que formen parejas entre ellas. Cuatro han sido traídas de instalaciones que Grefa tiene en la Comunidad de Madrid y el resto de varios CREA (centros de recuperación de fauna amenazada) de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.

CUIDADOS Y VIGILANCIA DIARIOS

Desde que los pollos, con unos 30 días de edad, se introdujeron en los cajones de cría, han sido alimentados y vigilados a través de las trampillas que incorporan dichos cajones. En estas tareas, junto a los técnicos de Olivares Vivos, han colaborado los propios trabajadores de la finca Cortijo de Guadiana, que han ayudado durante todo este proceso a su alimentación y vigilancia.

Poco a poco, las lechuzas comenzaron a salir de los cajones y a ejercitar su musculatura de vuelo. Primero, utilizando para sus desplazamientos unas vigas de madera colocadas en un espacio diseñado y acondicionado para tal fin y que, para facilitar su control y seguridad, fue acotado con rafias y vallas.

Después, cuando se vieron más fuertes y seguras, han volado por todo el antiguo pajar y utilizado como posadero tanto las vigas más altas, algunas a ocho y diez metros del suelo, como las cajas nido instaladas previamente también a gran altura.

"Como cabía esperar, este antiguo pajar ha resultado ser un lugar perfecto para la cría campestre de esta especie. Todo este proceso ha podido ser seguido día a día por observación directa y con ayuda de fototrampeo", ha comentado Gutiérrez.

EJEMPLO

Seleccionado como olivar demostrativo por el Proyecto Life Olivares Vivos, la vuelta de la lechuza a este cortijo es el colofón a todas las labores que se están llevando a cabo para incrementar la biodiversidad en el olivar Cortijo de Guadiana, donde producen además el AOVE Castillo de Canena.

Unas actuaciones emprendidas desde hace tiempo por la propiedad y que ahora, con el proyecto Life, están haciendo de esta un ejemplo de cómo una olivicultura bien entendida, no sólo es compatible con la biodiversidad, sino que puede contribuir de forma significativa a detener su pérdida.

Olivares Vivos pretende recuperar la biodiversidad y mejorar la rentabilidad de este cultivo, para que los diferentes socios que lo integran están trabajando en 20 fincas demostrativas diseminadas a lo largo de toda Andalucía, en las que se está demostrando que es posible compaginar un olivar productivo, rentable y del que se obtiene aceite de excelente calidad, con la conservación de la flora y la fauna.