Artes

Monet  y Boudin: discípulo y maestro se encuentran en el Thyssen

Claude Monet. Brazo del Sena cerca de Vétheuil, 1878 (Arm of the Seine near Vétheuil). Óleo sobre lienzo. 60x80 cm. Colección Pérez Simón, México. Fotografía de Arturo Piera.
CLAUDE MONET

Corría el año 1920 cuando Claude Monet (París, 1840 – Giverny, 1926) reconocía a su biógrafo Gustave Geffroy: "Lo he dicho y lo repito: todo se lo debo a Boudin". La relación entre ambos artistas había surgido de forma fortuita en 1856 en la papelería Gravier de El Havre. Monet apenas contaba con 16 años pero Boudin supo apreciar su incipiente talento como caricaturista y le animó a ampliar miras estudiando y pintando a su lado.

Eugène Boudin (Honfleur, 1824 – Deauville, 1898) era, por su parte, uno de los más destacados representantes de la pintura al aire libre francesa de mediados del siglo XIX y un artista autodidacta que había aprendido a base de copiar a los maestros holandeses del siglo XVII.

Aunque la familia de Monet no vio con buenos ojos esta relación (porque Boudin procedía de una clase social baja), finalmente alumno y maestro se encontraron, iniciando una relación que se prologaría de por vida (aunque con algún altibajo) y dándole la oportunidad a Monet de comenzar a pintar paisajes en plein air y captar de una manera única la luminosidad del día. Podría decirse que, en cierta manera, Boudin es un precursor del impresionismo, ya que sería capaz de inculcar a su discípulo muchos de los secretos que sentarían las bases y llevarían a las más altas cotas este movimiento.

Para conocer mejor esta relación, el Museo Thyssen acaba de inaugurar Monet/Boudin, una exposición monográfica que ofrece, por primera vez, la oportunidad de descubrir no solo la gran influencia que Boudin jugó en el aprendizaje de Monet sino que repasa también sus respectivas carreras y los orígenes del impresionismo.

La muestra, que se podrá visitar hasta el 30 de septiembre, reúne un centenar de obras de ambos autores, de las cuales "entre un 75 y un 80 por ciento no se había visto nunca en España", declara el comisario de la misma Juan Ángel López-Manzanares, ya que "Boudin es muy poco conocido en España".

Una jugosa y valiosa selección, ya que Monet "es una de las figuras más deseadas por todos los museos del mundo", asegura el director artístico del museo Guillermo Solana, con préstamos que provienen de pinacotecas con tanta solera como el Musée d'Orsay de París, la National Gallery de Londres, el Metropolitan de Nueva York o el Museo Nacional de Belas Artes de Río de Janeiro.

A lo largo de un recorrido cronológico y temático dividido en ocho capítulos, la exposición se adentra en esos puntos comunes e intereses artísticos que les mantuvieron unidos durante décadas: las marinas (Boudin era, de hecho, hijo de marinero), las escenas de playa en Trouville con su puerto y los muelles, las vistas de los acantilados de Normandía y las costas de Bretaña, la influencia de luminosidad del Mediterráneo, los estudios del cielo al pastel (Monet llegó a realizar más de un centenar a lo largo de su carrera que le ayudaron a ensayar las variaciones de luz y color) o las variaciones (también llamadas series) sobre un único motivo en diferentes condiciones ambientales y lumínicas.

Como agradecimiento a todo lo aprendido a su lado, Monet invitaría a su maestro en 1874 a participar en la primera exposición impresionista. La relación se enfriaría a finales de esa década pero ambos siempre conservarían la admiración mutua. Tras la muerte de Boudin en 1898, Monet formaría parte del comité que organizó su gran exposición póstuma. Siempre le agradecería el haber sido el primero en reconocer su talento.

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