Empleo

El peor día de la semana

Tras pasar un relajado fin de semana, a nadie le gusta volver cada lunes al estrés del día a día.

No se trata de un mito, el lunes es un día difícil porque el organismo no distingue entre laborables y festivos. Somnolencia, fatiga o malestar son las respuestas del cuerpo a los irregulares horarios a los que le sometemos. Además, el problema se acentúa durante el invierno cuando debemos levantarnos siendo aún de noche.

Cómo superarlo

Horarios.-  Es una costumbre muy arraigada la de levantarse más tarde los fines de semana. Trasnochamos o simplemente pretendemos recuperar la falta de sueño. No se trata de irse a la cama como si fuera martes, pero sí hay que intentar fijar la hora de levantarse durante toda la semana. También conviene no alterar demasiado el horario de comidas y del resto de rutinas.

Al levantarse.- Lo ideal sería salir a la calle y exponerse a la luz del Sol. Si no es posible hacerlo, habrá que conformarse con la luz de las bombillas. La siguiente acción para activar el ciclo del día es hacer ejercicio matinal.

Actitud.- Junto a la cuestión biológica está el aspecto psicológico. Tal vez no puedas cambiar de empleo, pero sí seas capaz de afrontarlo de otra manera. No hay que plantearse las razones de la existencia cada lunes. Si en el trabajo no encuentras nada que te motive a arrancar la semana, puedes probar con actividades alternativas: ejercicio físico, un curso, etc.

Irritables y olvidadizos

El momento de mayor somnolencia en las personas se da entre la medianoche y las siete de la mañana. Las alteraciones en la fase de sueño acaban afectando el funcionamiento laboral, académico y social del individuo. Irritabilidad, dolores de cabeza o trastornos digestivos son las consecuencias en el cuerpo. Pero los desajustes del ciclo horario también entorpecen los procesos cognitivos, limitando la capacidad de concentración, memoria y aprendizaje.

TESTIMONIO

Raquel Torres. 38 años

«No puedo permitirme pasar el día bostezando» «Cuando era más joven

lo llevaba peor. Me levantaba hecha polvo  y de mal humor. Las primeras horas de clase eran insoportables, no me enteraba de nada y a veces ni iba. Después empecé a trabajar y poco a poco fueron cambiando las cosas. Te vas haciendo mayor y te cuesta más recuperarte. Algún día puedo hacer un exceso, pero es porque estoy segura de que tendré un día tranquilo. Normalmente no me puedo permitir estar todo el lunes bostezando».