Cine

Verónica Echegui: "Para que una relación funcione es necesario conocerse a uno mismo"

La actriz Verónica Echegui.
Jorge París

Desde que triunfase con su papel protagonista en Yo soy la Juani, hace ya más de una década, la carrera de Verónica Echegui no ha hecho más que ir hacia arriba. Ahora, la actriz madrileña demuestra sus tablas, casi de forma simultánea, en cine, televisión y teatro.

La actriz acaba de llegar a las salas con el thriller La niebla y la doncella, ha rodado la ambiciosa serie Trust junto a actores de Hollywood para el canal estadounidense FX y este viernes 8 de septiembre se sube al escenario del teatro Pavón de Madrid para protagonizar El amante, una obra que comienza con una original e interactiva mezcla de realidad y ficción: el público es convocado a un cóctel en el Ambigú del teatro y, mientras saborea un cóctel, bebe cerveza y prueba el sofisticado aperitivo "El Beso", creado exclusivamente para la ocasión por el prestigioso chef Diego Guerrero, es testigo de la relación entre Sarah y Richard, los personajes protagonistas.

¿Cómo es la experiencia de trabajar en una represenación tan peculiar?

Aún no te puedo decir, porque todavía no lo hemos llevado a cabo. De momento nosotros hemos creado la obra, ahora falta el público, el cóctel, ver cómo es la interacción con la gente... A mí lo que más me preocupa es sostener tanto tiempo el personaje. Es una obra que tiene una carga tremenda, en la que no tienes ese tiempo de calma antes de salir al escenario. En vez de eso, tienes que recibir al público, ser muy amable, dar la cara A de la moneda y luego pasar a la cara B.

Es como llevar el personaje a la vida real. ¿Le pasa eso alguna vez en su vida diaria o no tiene problema en separar lo laboral de lo personal?

Es verdad que los personajes sí que se cuelan en tu vida diaria. Lo bueno es el añadido que eso conlleva, se cuelan para darme cosas, para aportarme cosas.

¿Qué tipo de cosas?

Pues puntos de vista, y empatía. En general, los personajes me ayudan a comprender muchísmo mejor a las personas que son diferentes a mí, que eso es ya un valor muy grande. En el caso de Sarah, por ejemplo, entro en el mundo de alguien que tiene un grado de represión sexual bastante grande. Así descubres que existe todo un mundo que no conocías.

Es una especie de extra que otorga la profesión, ¿no?

Claro. Cuando empiezas a investigar y a escarbar, todo toma sentido y llegas a comprender cómo pueden vivir determinadas personas: qué supone tener un transtorno límite de la personalidad o cómo vive una persona bipolar. Visitas otras realidades y eso te va ampliando mucho el prisma y tu propia manera de entender la vida.

¿Esa represión que comentaba es lo que define la personalidad de Sarah?

Sí, es uno de los rasgos de ella. Hay elementos que van a la contra de lo que es, como el cóctel, ya que ella no es nada sociable. Es reservada, es introspectiva y viene de un lugar bastante rígido. Entonces, en su microuniverso, en su microcosmos con su pareja ha conseguido encontrar un cierto equilibrio, pero no es un equilibrio muy sólido. Luego se ve que cae fácilmente.

El tema central, como en millones de historias, vuelven a ser las relaciones de pareja, ¿tan complicadas son?

Yo creo que sí. Son tan complicadas como es la relación de uno mismo consigo mismo. Siempre he pensado que no tiene mucho sentido, si uno no sabe quién es ni qué es y no se conoce a sí mismo, que pretenda que una relación con otra persona funcione. O sea que quieres construir la casa por el tejado y te estás olvidando de los cimientos.

¿Ese es el gran problema?

Creo que muchas veces las relaciones fracasan porque, si uno no sabe qué quiere, no sabe qué siente o no sabe qué necesita, y tampoco es capaz de decírselo a la persona con la que convive, comienzan los problemas, inevitablemente. Y además siempre hay un traslado de las mierdas personales de cada uno al compañero. Se desdibujan los límites y entramos en un lugar en el que creemos que es mi pareja y es mi posesión, y yo me puedo permitir faltarle al respeto, o enfadarme porque sí o pagar con esa persona mi mal día, cuando no debería ser así.

¿Le ha pasado personalmente?

Sí, claro, lo que pasa es que me meto un montón de conciencia y mucho trabajo diario. Creo que es lo mínimo que tengo que hacer.

Hace poco se ha bajado el IVA del teatro, El amante no podía llegar en mejor momento.

Sí, joer, y tanto. Ahora solo falta que bajen el del cine, que es parte de la cultura también y no tiene por qué ser excluido. Me parece totalmente incoherente.

¿Cree que este hecho beneficiará a la obra?

Hombre, que se baje el IVA al teatro desde luego, o a cualquier bien cultural: las entradas a museos, los libros... Claro que sí, va a beneficiar en asistencia, deseo y espero. Creo que hay muchas ganas, hay hambre e interés por la cultura, así que poniéndoselo fácil al público...

También acaba de estrenar película, ¿cómo ha sido el trabajo en La niebla y la doncella?

Ha sido muy divertido, porque nunca había hecho un thriller, ha sido mi primera vez. También porque mis compañeros, Roberto, Quim y Aura —con los chicos ya había trabajado—, y yo hemos hecho una piña muy buena. Además es una peli muy gustosa para jugar, como es tan misteriosa y tiene tantos recodos, tenía mucho lugar para el juego, para como actor podértelo pasar bien.

¿Cree que el cine de género está ayudando a desencasillar el cine español?

Sí, yo creo que está desencasillado desde el momento en el que estamos contando historias tan variadas. Lo único que me gustaría es que el cine de autor no desapareciera, porque creo que el panorama tiene que ser diverso, tiene que ser rico y ha de haber de todo: terror, thriller, comedia, comedia romántica... Pero el cine de autor creo que también tiene mucha importancia, y habría que darle más de la que se le da.

También está haciendo Trust, una serie con Hillary Swank y Donald Sutherland. ¿qué nos puede contar de esa experiencia?

Ha sido maravillosa. Estuve en junio rodando con ellos un mes, con Danny Boyle, que es uno de mis directores favoritos desde siempre. Y con Brendan Fraser, que también está en la serie.

¿Como llegó a conseguir ese trabajo?

Me pidieron una prueba de vídeo así que me grabé, la mandé y al mes me llamaron para hacer una prueba con Danny, y fue maravilloso, porque nos conocimos y todo fluyó desde el principio. Yo creo que las cosas suceden cuando tienen que suceder y cuando no, por mucho que te pelees, no es y punto. En este caso entré por la puerta, nos vimos y hubo mucho feeling, nos empezamos a reír, nos lo pasamos muy bien haciendo la prueba... Total, que a las dos semanas me llamaron y me dijeron que era mío.

¿Qué sensación le ha dejado Trust?

Creo que es una pedazo de serie, que los guiones están muy bien. Encima tengo la suerte de que los actores son de raza y son gente maravillosa, de verdad, no es porque siempre hay que decir que son un equipzo y todo eso. Y ahora sigo en noviembre con ello.

¿Cree que puede ser un trampolín para irse a trabajar fuera?

Yo vivo aquí en Madrid y quiero vivir aquí, a mí me gusta trabajar en España. Creo que a veces por trabajar fuera alguien puede creer o interpretar que uno no está interesado en trabajar aquí, pero a mí me gusta mucho mi país.

Pero, si la llamasen para irse fuera, ¿Lo haría?

Sí, claro. Si hay proyectos como este yo voy de cabeza. El tema es encontrar buenos proyectos.

Con tanto trabajo, ¿le queda tiempo libre?

No, ahora mismo no, estoy deseando tener vacaciones.

¿A qué dedica el poco que saca entre trabajo y trabajo?

A leer, ver cine, mucho cine, y dormir. Ahora mismo me estoy leyendo un libro de un historiador que se llama Yuval Noah Harari, Sapiens, que es fantástico. Ahora ha sacado uno nuevo, que es sobre el hombre en el futuro. Y ese autor me está fascinando. Y pelis, he estado de jurado en el Festival de Locarno y me he hinchado a ver cortometrajes de todo el mundo.