Salamanca

Sueltan un cerdo por el pueblo, lo alimentan durante siete meses y lo subastan

Los vecinos de la localidad salmantina de La Alberca alimentan durante siete meses al año a
un cerdo ibérico que deambula suelto por el pueblo y que posteriormente es
subastado en enero para ser sacrificado y destinado a la elaboración de la matanza de una familia.

Se trata del conocido como "marrano de San Antón" y de una tradición que se seguía en distintas partes de la geografía nacional pero que en la actualidad tan sólo permanece viva en esta localidad serrana, según Manuel Sánchez, estudioso de la etnografía albercana.

Tal es el arraigo que existe entorno a la figura del cerdo en esta localidad, declarada Conjunto Histórico Artístico, que hay una escultura de piedra dedicada al gorrino.

La tradición como tal comienza el 13 de junio, festividad de San Antonio, y día en el que el cerdo atado por una de sus patas a la escultura es bendecido por el párroco y se le suelta por las calles del pueblo con una campanilla colgada del cuello para que sea alimentado por los vecinos y los miles de turistas que visitan este municipio.

El cochino ibérico, que suele pesar unos veinte kilos cuando se le suelta en libertad, se sacrifica en enero después de ser subastado con un peso aproximado de 150 kilos.

Sánchez ha destacado que un cerdo ibérico de la dehesa que ha nacido en libertad "se hace dócil y mansurrón, y se acerca a todo el mundo sin que por el momento ninguno haya mordido a nadie".

Así, hasta el 17 de enero, festividad de San Antón, en el que el marrano es subastado públicamente y adquirido por una familia de el pueblo que posteriormente le utilizará para su matanza, y que casi siempre paga por triplicado su precio real.

El dinero recaudado en la subasta se entregaba antiguamente para cubrir las necesidades de la parroquia o para pagar un sueldo al sacerdote, mientras que en la actualidad se entrega para proyectos del ONG.

Una tradición de origen medieval

La tradición del "marrano de San Antón" se remonta a la baja Edad Media cuando en La Alberca vivían árabes cristianizados que levantaban los recelos de la Inquisición, que tuvo en este pueblo una sede.

Una forma de hacer ver al Santo Oficio que el pueblo era cristiano y cumplía los preceptos era potenciar iconos de esta religión como el cerdo, añade Sánchez.

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