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Irene Escolar: "Yo quiero vivir y amar sin máscara"

Irene Escolar
GTRES

A sus 28 años tiene un Goya (por Otoño sin Berlín), una veintena de obras de teatro, la serie de televisión Isabel, estudia Filología Inglesa y practica danza clásica y contemporánea. Irene Escolar es, y tiene todo el sentido teniendo en cuenta que su familia son los Gutiérrez Caba, una artista integral. Como las de antes. Y se queda, lo dice siempre, con el teatro.

Vuelve así a La Abadía, donde se formó después de pasar por Cristina Rota, con la obra que logró una candidatura a los Max, con El público, de Lorca, y con, repite poeta, Leyendo Lorca (Teatro Pavón Kamikaze).

Está clara su pasión por Lorca, ¿pero y el riesgo de interpretar a un poeta universal y al tiempo tan popular?

Es un riesgo muy grande. Es enfrentarme a cosas que hay que hacer con mucho sentido. Y hay que hacer que la poesía sea verdad.

La buena poesía es el único género que no admite mentira, ¿está usted de acuerdo?

Sí, la poesía no acepta nunca la mentira. Y si además está dicha encima de un escenario se nota más, porque ahí arriba se ve todo.

¿Qué es lo que más le cuesta que no se vea en escena?

La falta de especificidad, de concreción a lo que estoy haciendo es lo que más me cuesta. Tengo que darle concreción a lo que hago.

¿Le ha descubierto algo Lorca de usted que no supiera?

Gracias a él descubrí cómo le habría gustado vivir y cómo defendía el amor libre.

¿Coincide?

Sí, yo creo en el amor sin máscara, en amar y vivir sin máscara. Y eso es algo que que voy descubriendo con el tiempo.

¿Cómo le gustaría vivir?, ¿lo ha descubierto o está en ello?

Me gustaría ser siempre honesta y fiel, fiel conmigo, libre de amar a quien desee de la forma que sea.

Difícil su reto..., vivir sin máscara...

Sí, porque nos ocultamos demasiado. Vivir así implica poner límites y no tener miedo. Es muy difícil vivir sin miedo y peleo mucho para conseguirlo.

¿Cuál es su último reto?

Mi reto es empezar a escucharme a mí misma, hacerme caso y cargo. Cada uno encuentra la manera de encontrarse y yo la he encontrado a través del arte.

¿Cómo se recuerda en ese sentido, el artístico, de niña?

Nací rodeada de esto. Así que no sé si uno nace artista o se hace. Cuando naces en una vida en la que todo gira en torno a esto...

Si no hubiera nacido en una familia de artistas, ¿puede imaginarse?

Me puedo imaginar vinculada a la danza, que es algo que estoy redescubriendo ahora, el cuerpo.

¿Cuánto cuesta quitarle el miedo al cuerpo?

Para eso hay que estar muy conectado con él. El control del cuerpo lo logras confiando mucho y buscando siempre todo fuera. Yo lo hago así. Busco fuera de mí. El cuerpo sabe lo que tiene que hacer cuando no estás pendiente de él.

¿Tiene pudores, complejos?

No, no he tenido ni pudores ni complejos. Siempre me han dado muchas alas profesional y personalmente. Siempre me he sentido muy querida.

¿Eso la hace segura?

Soy la persona menos segura del mundo. Me cuesta mucho tomar decisiones pero confío en mis herramientas. Si no, no puedes subirte a un escenario.

¿Qué se pide en escena?

Estar en el presente, estar en el ahora.

¿Y qué la saca de escena?

Sobre todo un móvil, el otro día sonaron cuatro, no sé qué está pasando.

¿Qué hace cuando suenan?

Pues a veces tienes que parar y esperar, porque se rompe el vínculo con el público. Y de verdad que no entiendo porque estamos con los móviles todo el tiempo.

¿Qué le gustaría hacer  después de Lorca?

Una película como Otoño sin Berlín, pequeña, de personajes.

Si pudiera escribir una historia, ¿cuál sería?

Yo no sé escribir, tengo pánico a la página en blanco. Soy contadora de historias que otros han contado.