Té, jardines y tradiciones: festivales de otoño en Japón

  • La Gran Ceremonia del té de Tokyo se lleva a cabo en los Jardines de Hamarikyu o el Museo de Arquitectura Edo-Tokio.
  • En el Festival de Oeshiki, 3.000 personas recorren las calles con linternas decoradas con flores de cerezo.
  • Para comer fideos al aire libre, el 'Tokyo Ramen Show'.
Ceremonia del té japonés
Ceremonia del té japonés
MNAC
Ceremonia del té japonés

Si bien es cierto que no es un viaje al alcance de todos los bolsillos, y que, dada la distancia, exige de al menos 10 días, Japón es de esos países que hay que ver antes de dejar este mundo. El otoño es un buen momento para visitar el país del sol naciente. Sus festivales nos ofrecen todo un muestrario de tradiciones, lo que en Japón siempre es una exhibición de belleza y equilibrio.

Entre los festivales de otoño destaca una de las más famosas y tradicionales de Tokio, la Gran Ceremonia del té, que se celebra la primera quincena de octubre. Este se lleva a cabo en algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, como son los Jardines de Hamarikyu o el Museo de Arquitectura al aire libre Edo-Tokio, ya que debe celebrarse en "lugares tranquilos". Esta ceremonia conocida como 'sado', simboliza el principio zen de vivir el presente.

Entre el 11 y el 13 de octubre, se celebra en el país el Festival Budista de Oeshiki, que conmemora la muerte del monje Nichiren Shonin en el templo donde murió, el Ikegami Honmon-Ji. Este evento lleva celebrándose 730 años y su punto álgido es la procesión de linternas 'Mando'. En esa procesión, unas 3.000 personas recorren las calles con linternas decoradas con flores de cerezo, desde los alrededores de la estación Ikegami hasta el templo en cuestión.

Del 27 de octubre al 6 de noviembre, la capital del país acoge el 'Tokyo Ramen Show' donde se podrán degustar diferentes variantes de estos fideos al aire libre y procedentes de todo Japón.

Ya en noviembre, del 11 al 13, se celebra el Festival del Gallo o Tori-no-ichi en los templos budistas y sintoístas con el objetivo de pedir éxito comercial y buena fortuna. Por ello, los comerciantes y agricultores se acercan a la feria para comprar el Kumade, un rastrillo que antiguamente estaba hecho de bambú que según la tradición dice "atrae la buena suerte de la misma forma que recoge las hojas caídas del suelo.

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