La industria del porno, tradicional defensora de las nuevas tecnologías, está comenzando a mostrar su preocupación por internet y lo fácil que es acceder a escenas de sexo explícito sin pagar.
En España, se producen al año alrededor de 1.500 películas para adultos, una cifra que en el mercado estadounidense puede llegar a multiplicarse por cinco, tal y como cuentan en El País.
La industria de la pornografía mueve millones de euros en nuestro país (las 15 distribuidoras que existen facturan seis millones al año sólo con la distribución de cintas en videoclubs), cifras desorbitadas que sin embargo van decreciendo y que los empresarios temen que continúen bajando año tras año.
La culpa de este inicio de crisis se la echan a internet, un paraíso del porno (como dice la versionadísima canción 'Internet is for porn'): el 12% de las páginas tienen contenidos para adultos, el 35% de las descargas están relacionadas con el sexo y precisamente esa, "Sexo", es la palabra más buscada en la red.
A esta realidad hay que sumar dos fenómenos que, sin ser nuevos, están experimentando un fuerte crecimiento.
Uno de ellos es el porno amateur o aficionado, que se distribuye gratuitamente por internet y que cada vez tiene más seguidores, dispuestos tanto a producirlo como a consumirlo.
El otro es la proliferación de páginas web porno que imitan el funcionamiento de YouTube, como son YouPorn, PornoTube y otras similares.
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