Tierra Viva

La Cumbre del Clima toma una nueva temperatura al calentamiento: ¿1,5 grados?

Protesta en la Cumbre de París para exigir que los países ricos financien la lucha contra el cambio climático.
A. L

El planeta está a la espera de que en 72 horas salga de Le Bourget, el aeródromo al norte de París que alberga la Cumbre del Clima, el acuerdo definitivo de las naciones del mundo para intentar poner freno al cambio climático. Casi nadie pone en duda que habrá pacto, pero el resultado final depende de cómo los negociadores eliminen las, todavía, 900 opciones enmarcadas entre corchetes que contienen las 48 páginas del último documento oficial, refrendado el sábado.

Conforme más secretos se vuelven los debates en los cuatro grupos de discusión, con negociadores de los 195 países que participan en la COP21, más tensión se respira en el ambiente en Le Bourget.

Las ONG y los representantes de la sociedad civil presentes han vivido la jornada del martes con cierta ansiedad. Por un lado saludan que gane pulso la posible inclusión en el documento de un límite al calentamiento de 1,5 grados para el año 2100, pues existe el consenso científico de que por encima de dos grados los efectos del cambio climático son irreversibles. Pero, por otra parte, recelan de esta concesión, que no casa con los compromisos individuales de los países (que llevan a un escenario de calentamiento de 2,7 grados) y puede suponer a la postre una flexibilización de las metas para lograr el fin de las emisiones de CO2 después del año 2050.

Con todo, la delegación española en la cumbre, a cuya cabeza estaba el secretario de estado de Medio Ambiente, Pablo Saavedra, explicó que aunque se introduzca ahora el límite de 1,5 grados, en atención a los países que más sufren el calentamiento global, el objetivo que seguirá constando en el documento final serán los dos grados.

La Unión Europea —España viaja con ella en esta cumbre— ha defendido por su parte que las negociaciones no están estancadas en París, sino todo lo contrario. "Estamos trabajando para dar cabida a los 1,5 grados en el acuerdo" reconocía este martes el comisario del Clima, Arias Cañete al tiempo que anunciaba un acuerdo con otras 79 naciones africanas, caribeñas y del Pacífico para votar por un texto con vinculación jurídica. Para ello, la UE ha comprometido una inversión de 475 millones de euros, a cambio de que estas naciones acepten que se revisen los compromisos adquiridos con el clima cada cinco años.

Financiación, lo más difícil

La cuestión de la financiación sigue siendo uno de los temas de negociación más tensos. Así lo reconocen todas las partes. El talón de Aquiles actual es la llamada "diferenciación". Consiste en cómo definir en el acuerdo una responsabilidad económica de los países común pero diferenciada según su grado de desarrollo. Las líneas rojas de algunos países sobre su aportación al fondo verde para la lucha por el cambio climático son bien conocidas. India, de hecho, sigue insistiendo a día de hoy en que no pueden aportar lo mismo los países desarrollados que los no desarrollados. Y, pese a su incipiente impulso industrial, la India se ve a si misma en el segundo de los grupos.

Mientras las negociaciones diplomáticas se producen a puerta cerrada,  en los pasillos de la cumbre se suceden las acciones de protesta pacífica de las ONG que reclaman una acción suficiente contra el cambio climático. Con lemas como "no encorchetes nuestro futuro", un grupo de jóvenes demandaba este martes en la sede de la cumbre un pacto ambicioso para frenar el calentamiento. Justo en frente, otra ONG exigía al mismo tiempo que los países desarrollados aportasen todo el dinero que fuera necesario para que el calentamiento global no exceda el límite del grado y medio.

Presente en Le Bourget, el secretario de Estado estadounidense John Kerry ha asegurado por su parte que "aunque tenemos algunos problemas difíciles en los próximos días para resolver, estoy seguro de que tenemos la capacidad de hacerlo". El comisario de la UE, Miguel Arias Cañete, también se ha mostrado seguro de que las conversaciones y los compromisos avanzan.

Cada día esta sede de la cumbre parisina sufre una metamorfosis. Ahora que los científicos parecen haber regresado a sus países de origen, los políticos toman el terreno. En un día de lluvia con numerosas conferencias de mujeres venidas de todos los continentes para contar su lucha contra el cambio climático, también era posible cruzarse con un actor de Hollywood como Alec Baldwin (que ha viajado a París a dar un premio de sostenibilidad y está convencido de que París no será una cumbre del clima más, pero tampoco la definitiva), o con dos indígenas de la selva peruana, Agilio Semperi y Lindon Pishagua, que han cruzado un océano para clamar por sus bosques, expoliados por las empresas de hidrocarburos.

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