Artes

Relojes: espejos de la sociedad

Tres modelos de relojes presentes en la exposición Vistiendo el tiempo, que se muestra en el Museo del Traje de Madrid hasta el próximo 17 de enero.
MUSEO DEL TRAJE

Decía Michael Ende que "el verdadero tiempo no se puede medir por el reloj o el calendario", y puede que sea cierto, pero la realidad es que el ser humano siempre ha necesitado medirlo, y ha empleado para ello desde la noche y el día, las clepsidras o relojes de arena hasta lograr dar con el reloj perfecto. Ese invento que a veces no da para el tiempo que realmente importa, como señalaba el autor de Momo, pero sin el cual cuesta imaginar cómo sería la vida. ¿Mejor? Quién sabe, esa es otra cuestión, y sobre todo, una misión imposible.

No sólo es la manera de saber la hora y el tiempo que transcurre, es todo un símbolo social. Incluso una manera de revisar parte de la historia. El reloj ha sido y es reflejo de la sociedad y la historia. Desde símbolo de estatus a instrumento fundamental para, por ejemplo, los pilotos que en la I Guerra Mundial se lo ataban con una cuerda a la muñeca o a la pierna. De buena parte de la historia da cuenta la exposición Vistiendo el tiempo (hasta el 17 de enero), en el Museo del Traje y organizada por Tissot, a través de 29 relojes y 29 conjuntos de ropa icónicos también en cuanto al reflejo de la sociedad y su evolución.

Uno de los momentos más decisivos en la historia del reloj es cuando en 1911 se crea el primer reloj de pulsera o correa. "El primer modelo era femenino", explica el comisario de la muestra José Luis Díez, "al hombre le costó más tiempo llevarlo, y eso que solo un año después de salir al mercado el reloj de correa femenino ya había modelo masculino".

Lo veían como algo femenino hasta que los pilotos comenzaron a usarlo en la I Guerra Mundial por cuestiones de utilidad: "Se lo ataban con una cuerda a la muñeca izquierda. Después de ello, todos los hombres querían llevarlo. Pasó como pasa ahora, si un futbolista como Beckham se depila entonces ya los hombres no temen hacerlo, incluso lo desean". Así que de la contienda proviene que el hombre se atreviera a llevar reloj de correa. Y también que el reloj de bolsillo, usado al parecer desde mediados del siglo XV en Francia (no se conoce la fecha exacta), queda relegado a los coleccionistas.

¿Sería posible hoy volver al reloj de bolsillo? Para Díez es impensable ya que exige llevar chaleco y hace años que la moda tiende a relajarse en ese sentido. Si los trajes ya se pueden llevar con zapatillas y sin corbata, parece complejo por no decir imposible la vuelta del chaleco que sería la única manera de llevar aquel antiguo reloj con el que los hombres mostraban además su estatus.

Las mujeres también los llevaban y así pueden verse en la exposición modelos de hombre y mujer de bolsillo creados por Tissot desde 1853. Los modelos eran bastante barrocos, ya que la idea era mostrar el poder económico de la familia que los luce. "La mujer, que tenía ese papel tan secundario, llevaba sin embargo ricos relojes de bolsillo que dieran cuenta de su alta posición. Y eran auténticas joyas".

Será otra contienda, la II Guerra Mundial, la que vuelva a cambiar la historia y la sociedad, y los relojes, una vez más, lo muestren. "La mujer vuelve a estar encorsetada, hay un claro retroceso, casi una vuelta al siglo XIX. La relojería se hace eco y crea modelos muy chiquititos de cordón en los que apenas se ve la hora. Por otra parte crea relojes joya, como ocurría en el XIX, para mostrar nivel social"

Fue también la firma suiza, Tissot, que ya en los años treinta había creado el primer reloj antimagnético (los secadores, tranvías..., desconfiguraban los relojes) la que creó el primer reloj de plástico: bautizado como Idea 2001. "Fue un auténtico fracaso comercial, la sociedad no supo entenderlo, pero como tantas veces ocurre en la moda, años después, de la mano de Swatch sería un éxito total".

Para llegar al reloj de plástico primero fueron diseñadores de moda como Ungaro y Rabanne quienes en los años sesenta habían estado probando materiales como el metal y el plástico en sus creaciones textiles; de ahí fue surgiendo la idea del reloj de plástico.

Swacht fue la que respondió con mayor velocidad al 'ataque' japonés que llevó a la crisis del reloj suizo en los años setenta con relojes también de cuarzo, que fueron la gran baza de los japoneses y los responsable de la caída del hasta entonces imperio relojero: Suiza.  Ellos también sacaron relojes de cuarzo, nivelando así lo que empezaba a llevar a los pioneros a una situación muy difícil.

Pese a la crisis, contraatacaron con el primer reloj digital, en 1999; y en 2014, con el primero digital y solar. "Y cuando parece que es difícil crear algo nuevo entonces llegan los smart watch, que han evolucionado rápidamente de unos primeros modelos no demasiado elegantes a los últimos, que no parecen en absoluto lo que de verdad son".

Díez no deja de recordar modelos curiosos como el reloj de enfermera: "Es típico de la enfermera británica, que lo llevan prendido en la camisa y así dejan la muñeca libre. Otro reloj, para mí mítico y muy representativo de los años ochenta, es un modelo hecho con roca. Era impresionante".

Cuestión de protocolo

Mientras los hombres pueden, incluso deben, llevar reloj de noche y de gala, las mujeres, si de protocolo se trata no deben llevarlo. Pueden salvarse los relojes que llevan una tapa que los hace parecer pulseras, pero nada más. Hay modelos de este tipo, pensados como elegantes pulseras que no parecen en absoluto lo que son: relojes. Eso sí, aunque se lleve no se debe mirar salvo de manera muy discreta.

El móvil, que para tantos ha pasado a ser el reloj de bolsillo, está terminantemente prohibido en cenas o fiestas de gala. Adiós a esa costumbre dejarlo sobre la mesa, es uno de los gestos menos elegantes que se pueden hacer en estos casos.

Lo que sí escapa al protocolo es la mano en la que se lleva. No es por ello que se ponga en la izquierda cuando se es diestro y viceversa, sino por una cuestión práctica.

Es la manera de dejar libre la mano que más empleamos y que el complemento que mide nuestro tiempo no moleste. Hubo un tiempo en el que los hombres lo llevaban en la mano derecha para que así fuera más visible, y nada dice el protocolo en su contra, aunque sí hay miradas que lo juzgan macarra y de un exhibicionismo mal entendido. Pero, como en todo, si quien elige la opción tiene el don y gracia de la elegancia acaso lo defienda mejor que en la izquierda.