Artes

'Maestros de lo cotidiano', un paseo por la pintura holandesa y su precisa elegancia documental

'La lección de música', de Vermeer
Royal Collection Trust

Qué se vende en los mercados, qué productos se despachan puerta a puerta, qué aspecto tiene un dormitorio, cómo se divierte la alta burguesía, a qué juegan los hijos de los campesinos. Como ventanas en el tiempo, la pintura costumbrista holandesa se adentra en lo cotidiano en un estilo documental. Cada pintura responde a preguntas sobre lo más rutinario, arrastrando al espectador a las pequeñas historias ajenas a los grandes acontecimientos.

Aunque sólo se le atribuyen con seguridad 34 pinturas, Johannes Vermeer (1632-1675) es tal vez el pintor de la vida diaria más admirado de su generación. En La lección de música (1662-5) logra una asombrosa profundidad con un formato vertical y un hermoso suelo de baldosas. La mujer de espaldas parece tocar un virginal —un tipo de clave presente en otras pinturas del autor— y el hombre canta. La relación entre ellos es ambigua, pero hay pistas, como la leyenda escrita en la tapa del instrumento: "La música es compañía en el placer, un remedio en el dolor".

En la Galería de la Reina

A partir del 13 de noviembre y hasta el 14 de febrero, The Queen's Gallery —uno de los espacios expositivos del Palacio de Buckingham— presenta en Londres Masters of the Everyday: Dutch Artists in the Age of Vermeer (Maestros de lo cotidiano: artistas holandeses en la era de Vermeer), un escogido conjunto de 27 pinturas de los siglos XVII y XVIII en Holanda, entre las que figura el elegante cuadro de Vermeer, además de trabajos de autores como Gerrit Dou, Jan Steen y Pieter de Hooch.

Procedentes de la Colección Real británica, las piezas ilustran el esplendor de la Edad de Oro holandesa, cuando el país estaba a la cabeza del comercio, del desarrollo artístico y científico. Con un exquisito acercamiento al espacio y a la luz, se aprecian las texturas de tapices, maderas, cerámicas, mimbres, pescados en salazón, frutos secos...

Limones y esponjas de mar

En un momento de gran prosperidad, se suceden las demostraciones de poder. Gerrit Dou pinta en La tienda de comestibles: mujer vendiendo uvas (1672) a dos mujeres pesando productos rodeadas de mercancía importada tan exótica en la época como limones y esponjas de mar. En la trastienda, como pillada por sorpresa, una mujer sujeta una jarra de café. Una chica vendiendo uvas a una anciana (c.1658) presenta a la joven junto a la carretilla con los productos: en la variedad de frutas y verduras, Frans van Mieris alardea de la fertilidad de la tierra holandesa y refleja avances en horticultura.

También hay lugar para el mensaje moral, como demuestra Jan Steen en Mujer arreglándose (1663). Quien contempla el cuadro juega el papel de voyeur cuando observa a la chica tras un arco, semivestida y sentada sobre una cama deshecha. Un laúd con una cuerda rota, una calavera y una vela apagada advierten sobre los peligros de ceder a la sensualidad y olvidar la virtud. El código, escondido para el público actual, es fácilmente descifrable para el espectador de la época.

loading...