Ceuta

Los últimos del vallado llegan a la Península

Inmigrantes heridos tras asaltar la valla que separa Ceuta de Marruecos en 2005.
FARO DE CEUTA

Para Mama, Amadou, Yulde y otros nueva compatriotas guineanos más esta semana ha comenzado una nueva vida. Acogidos por la oenegé Cruz Roja de Puente Genil (Córdoba), han conseguido abandonar el CETI de Ceuta sin la amenaza de la expulsión.

Documentados por la Delegación del Gobierno empezarán una nueva vida, olvidando la tragedia que dejaron atrás aquel 29 de septiembre de 2005 cuando, en compañía de cientos de subsaharianos, decidieron asaltar la valla que separa Ceuta de Marruecos escapando de los disparos realizados por los agentes marroquíes.

Este grupo de guineanos eran los únicos que quedaban en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Ceuta, después de la expulsión a sus lugares de origen del resto de compatriotas, tras ser identificados por su país.

Aquella madrugada en la que vieron cómo la Policía Nacional detenía a sus compañeros decidieron fugarse, ocultándose en los bosques de la ciudad para evitar, precisamente, ser incluidos en el mismo avión que sus compañeros.

Aquella idea les salvó una expulsión segura. Tal es así que ahora, presionada por el repunte migratorio experimentado en la ciudad, la Delegación del Gobierno se ha visto en la obligación de buscar la salida de inmigrantes para evitar la masificación del campamento.

Salidas del campamento

Los primeros beneficiados han sido este grupo de guineanos, los últimos de la valla, que ya se encuentran acogidos en el hogar que Cruz Roja tiene en Puente Genil. Tras permanecer allí unos días podrán buscarse una adaptación laboral en la zona, buscando el acogimiento de entidades sociales.

Para Mama, Amadou, Yulde, Abdurrahaman, Samba y el resto de compañeros ha empezado una nueva vida, al convertirse en beneficiados de una política migratoria que, en Ceuta, funciona a golpe de presiones.

Atrás quedaron sus compañeros, aquellos que padecieron las mismas vicisitudes, aquellos que vieron sorprendidos sus sueños con los disparos de agentes marroquíes mientras se ocultaban en el bosque de Beliones, a pocos kilómetros de Ceuta.

Ahora, en Puente Genil, buscan una vida nueva, lejos de los temores y la presión que padecieron en el campamento de Ceuta. Un campamento en el que las noches se convirtieron en acogedoras del temor. El temor a que la Policía Nacional llegara a su habitación y pronunciara sus nombres. Al igual que hizo con sus compañeros.

Otros inmigrantes del CETI, esta vez asiáticos, saldrán en las próximas semanas de la misma forma y manera que lo han hecho los guineanos. La presión migratoria en Ceuta se ha recrudecido con la llegada de un verano que atrae a las mafias dedicadas al tráfico de personas.

La frontera de Ceuta se convierte así en el filtro perfecto para facilitar la entrada de inmigrantes que deben ser acogidos en el CETI. Un campamento que, con sus escasas 500 plazas, no puede hacer frente a la presión registrada en la ciudad.

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