Nacional

Gana el PSOE, pierde Zapatero

Si algo nos quedaba claro de estas elecciones es que Zapatero y Rajoy habían planteado la cita como un ensayo con público de las generales que se celebrarán dentro de unos meses, una actitud comprensible para quien está en la oposición, pero bastante insólita en el inquilino de La Moncloa.

Jamás se había visto implicación semejante de un presidente del Gobierno en unas municipales y autonómicas, pero a Zapatero, según parece, le gusta poco delegar, y ello facilita mucho las cosas.

Si hay que colgarle medallas, su pechera es amplísima; y si hay que buscar responsables, él mismo no se deja escapatoria.

Para el PSOE, tal inflación de Zapatero ha sido contraproducente.

Unos resultados con los que los socialistas hubieran podido exhibir avances objetivos en lo que a cuota de poder se refiere, son los mismos que permiten al PP declararse ganador de los comicios y declarar formalmente iniciada la campaña de las generales.

Zapatero no ha logrado movilizar al electorado en sus feudos tradicionales, cuyo elevado índice de abstención, fundamentalmente en Cataluña, ha sido determinante para que el PP pueda atribuirse la victoria en cómputo general.

A los 200.000 votos de menos obtenidos en Cataluña hay que sumar los 400.000 que han separado a su candidato para Madrid de Gallardón. Sebastián, al que designó a dedo, ha hecho un ridículo sublime.

Los socialistas conservan las comunidades en las que ya gobernaban, se convierten en la primera fuerza política de Canarias, podrían desbancar mediante pactos con otras fuerzas a los populares en Navarra y Baleares y se hacen con el Ayuntamiento de casi una docena de capitales de provincia, aunque se despiden de Guadalajara y Cuenca.

En resumen, gana el PSOE y pierde Zapatero.

Por lo que respecta al PP, sería apresurado para Rajoy lanzar alguna campana al vuelo, salvo para proclamar que tiene la sucesión asegurada porque lo de Esperanza Aguirre y Gallardón ha sido una auténtica exhibición de poderío, sobre todo la del alcalde que se ha permitido sumar 40.000 votos más que la presidenta regional.

Su intento de convertir los comicios en un anticipo de las generales, en los que el electorado debía de castigar a los alcaldes y presidentes socialistas por lossupuestos pecados cometidos por Zapatero en el proceso de paz con ETA, no ha dado resultado.

Especialmente significativo ha sido el fracaso de sus socios navarros de UPN para retener, junto al CDN de Juan Cruz Allí, la mayoría suficiente para gobernar, tras la irrupción como segunda fuerza de los nacionalistas de Nafarroa Bai.

O los navarros han sido los últimos en hacer caso al aviso de que los socialistas querían entregar la Comunidad Foral al enemigo vasco como parte de sus pactos con ETA, o es que están encantados con su fatal destino. Un pacto de izquierdas desalojaría a UPN del poder, salvo que los socialistas acepten la ocurrencia de Miguel Sanz para gobernar juntos.

La llave de la Alcaldía de Pamplona ha quedado en manos de dos concejales de ANV, cuya lista fue consentida.

En los municipios de Euskadi y Navarra en los los que ha podido presentarse, la marca de Batasuna ha sumado cerca de 100.000 votos.

Además de noche electoral, la de ayer también fue una noche de difuntos para algunos dirigentes que se disponen a ocupar el panteón de cadáveres políticos ilustres.

Los socialistas Rafael Simancas y Miguel Sebastián, el popular Carlos Floriano en Extremadura o el convergente Xavier Trías han quemado sus naves, algunos como auténticos pirómanos.

La renovación se les viene encima.