Marbella, deudas y corrupción
El dolor se refleja en el cuadro de honor del urbanismo corrupto. El Ayuntamiento marbellí es el primero de la historia de la democracia que ha tenido que ser disuelto por corrupción. Lo disolvió en 2005 el Gobierno de Zapatero a petición de la Junta de Andalucía. Todos los concejales se hallan hoy procesados por el juez Miguel Ángel Torres. La gota Malaya –nombre de la operación contra la corrupción– arroja un balance provisional de 101 imputados y un patrimonio de 2.500 millones de euros inmovilizado como botín del pillaje. Lo que más fastidia a los marbellíes es que su último alcalde, Julián Muñoz, pagara las operaciones estéticas de su novia, Isabel Pantoja. Pero del que con mayor resentimiento se habla en la calle es de Juan Antonio Roca, un parado que llegó a Marbella y se convirtió en multimillonario.
El resultado de un urbanismo voraz que no ha respetado planes ni espacios protegidos son 60.000 viviendas ilegales y un Ayuntamiento en la ruina. Las cuentas de la gestora revelan una deuda municipal de 460 millones de euros. Los ingresos por impuestos y transferencias del Estado suman 153 millones anuales y las nóminas suponen 138. El resultado es que Marbella sólo cuenta con 15 millones de euros para sufragar los servicios ciudadanos. La Junta de Andalucía ha hecho un préstamo de 26 millones.
El socialista Plata llega cargado de mapas, planos y planes, con el respaldo del Gobierno andaluz, del que ha sido consejero de Turismo, y promete infraestructuras e inversiones. Si en los últimos años se han construido 300 viviendas sociales, frente a 60.000 residencias ilegales a precios prohibitivos, Plata se propone edificar 1.000 pisos asequibles al año. La popular Muñoz no ofrece la plata de la Junta, pero asegura que hará del nuevo plan general de Marbella el instrumento para salir de la ruina. Va ganando en las encuestas y sus huestes la aclaman como alcaldesa. Con ese grito y el de «democracia, democracia», acallaron la protesta de los candidatos de algunas listas –se presentan diez junto a los partidos tradicionales– la noche de la pegada de carteles. Fue la noche que Marbella volvió a gritar «democracia».
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