Oviedo, la bella, limpia, agradable y tranquila ciudad

Oviedo es una ciudad que mejora con los años. Una ciudad que, para no ser menos moderna que las demás, tiene su obra de Santiago Calatrava, el Palacio de Congresos, y una Universidad cuatro veces centenaria. O como dijo Woody Allen: “Oviedo es una ciudad deliciosa, exótica, bella, limpia, agradable, tranquila y peatonalizada”.

Catedral de San Salvador

Su torre principal mide 80 metros. En el interior del templo, admiraremos el Retablo Mayor, de estilo hispano-flamenco, y el Cristo de Velarde, que parece, si no lo es, obra de Berruguete.

Capilla de la Balesquida

Esta pequeña construcción data del siglo XIII, aunque fue reformada en el XVIII, y debe su nombre a la dama Velasquita Giráldez, que legó la capilla, dedicada a la Virgen de la Esperanza, al gremio de sastres. Por eso, si levantamos la vista, veremos unas tijeras en uno de sus ventanales.

Teatro Campoamor

Es la sede de la ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Inaugurado en 1892, es un edificio de líneas claras y majestuosas, que recuerda los grandes teatros líricos italianos. Por el teatro pasan las mejores compañías del mundo de la danza, la ópera o la música.

Plaza de Trascorrales

Es una de las más bonitas de Oviedo. Aquí se unían los corrales de las antiguas casas señoriales y, hasta hace no mucho, ganaderos, pescadores y granjeros mercadeaban con sus productos. No faltan las estatuas que recuerdan este pasado: La lechera y su burra, El vendedor de pescado y La pescadera.

Las esculturas de Oviedo

En las calles de esta ciudad hay más de un centenar de ellas, algunas de artistas de renombre. Una de estas obras, situada en la plaza de Alfonso II el Casto, es la estatua de Ana Ozores, la protagonista de La Regenta. Otras son Amigos, de Santiago de Santiago, en Juan XXIII; El regreso de William B. Arrensberg, más conocida como El viajero, de Eduardo Úrculo, en Porlier. Y para famosa, la de Woody Allen, en la calle Milicias Nacionales.

Museo Arqueológico de Asturias

Ocupa desde 1952 el claustro del antiguo convento de San Vicente, que es el kilómetro cero histórico de la ciudad, donde se fundó en el año 761. El museo fue reinaugurado en 2011, después de ser remodelado y ampliado. Su colección, muy completa, abarca desde el Paleolítico hasta la Edad Media.

Mercado del Fontán

Para muchos es el verdadero corazón de la ciudad. Para sentir su latido, sólo tenemos que dejarnos arrastrar por la gente que se arremolina alrededor de los puestos del mercado cubierto, de arquitectura industrial y finalizado en 1885. En el exterior también hay mercado los jueves, sábados y domingos (en este último caso, un rastro).

Librería Ojanguren

Por la calle del Peso, nos acercamos a la plaza de Riego para conocer esta librería, toda una institución, fundada en 1856. Entre sus clientes se encontraba Clarín, que cobraba aquí sus colaboraciones en las revistas de Madrid.

Campo San Francisco

El pulmón de la ciudad es un parque casi cuadrado, de unos 300 metros de lado. Hay que andarlo sin prisas por el paseo del Bombé, con su viejo quiosco de música; o por el de los Álamos, paralelo a la calle Uría y que termina en el pabellón de corte romántico al que llaman el Escorialín.

El prerrománico astur

En la calle Uría tomamos la línea 10 del autobús, que nos lleva hasta dos joyas del prerrománico astur, situadas en la falda del Naranco, a 4 kilómetros. Declaradas Patrimonio de la Humanidad, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo datan del siglo IX.

Si tenemos mucho interés en el prerrománico, en el Centro de Recepción e Interpretación nos dirán cómo acceder a otro monumento clave de este estilo, la iglesia de San Julián de los Prados, a casi 7 kilómetros.

Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!