Árabe, judía y cristina, la cocina cordobesa se aprovecha del paso de todas estas culturas. Se nota en el uso de especias en guisos y frituras de verduras.
Para ello es básico y un lujo, en este caso, el aceite de oliva. Es uno de los grandes protagonistas de la cocina cordobesa, como queda demostrado en el gazpacho o el salmorejo. Se trata de aceites de gran calidad como los de Baena y Priego de Córdoba.
Pero hablábamos de la herencia cultural. De la cocina árabe la gastronomía cordobesa ha heredado el gusto por las especias –hinojo, hierbabuena y orégano–. Por la parte cristiana quedan formas de elaborar los guisos de caza y por la judía, el guiso de habas secas con berenjenas y el gazpacho blanco de harina de habas.
De la huerta cordobesa, habas, alcachofas, calabacín, espinacas o naranjas. Aunque se suelen emplear como guarnición tienen también su protagonismo en las frituras.
De entre las carnes, los embutidos, especialmente el jamón ibérico del Valle de los Pedroches y las morcillas de Fuente Ovejuna. Hay también un extenso recetario de guisos camperos: el estofado de rabo de buey, el cordero a la miel o los flamenquines.
Para acompañar, lo mejor será hacerlo con vinos de la tierra, como los crianza de Montilla-Moriles y los excelentes olorosos y amontillados.
Para un punto y final de dulce, tropezamos de nuevo con la fuerte influencia árabe: alfajores, dulces de almendra y pastel cordobés.
Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!
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