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“¿Le llama su marido a usted, familiarmente, Kit?”: las incisivas preguntas del juez a la infanta

La infanta Cristina, sonriente mientras baja del coche que la trasladó a los juzgados de Palma para declarar como imputada en el 'caso Noós'.
Ballesteros / EFE

El pasado 8 de febrero, la infanta Cristina pasó más de ocho horas en los juzgados de Palma de Mallorca respondiendo como imputada en el 'caso Nóos' a las preguntas del juez Castro, del fiscal Pedro Horrach y de su propio abogado Jesús María Silva. Precisamente una de las respuestas a Sliva ha dado una de las frases más reseñadas de la declaración de la infanta porque resume bien la postura de la hija del rey durante su declaración: “Yo me ocupaba de los niños, de sus actividades, de la escuela y de todo lo que tenía que ver con ellos y mi marido se ocupaba de toda la parte de los gastos”.

Ante las preguntas de su abogado, la infanta reconoció haber firmado documentos sin haberlos leído y aseguró que no tiene conocimientos jurídicos ni tributarios. Ante las preguntas del juez, en cambio, la infanta fue mucho más esquiva y respondió con evasivas en más de 500 ocasiones. La transcripción del interrogatorio muestra las preguntas incisivas del magistrado ante las que la infanta se defendió con decenas de “no lo sé” y “no lo recuerdo”, pero también algunas anécdotas en las que el juez, con cierta ironía, reconoce que hace 30 años recibió clases de baile y a él no se lo han olvidado.

Castro: “¿Le llama su marido a usted, familiarmente, Kit?”.

Infanta: “Sí”.

De esta forma, el juez Castro comprobaba si uno de los documentos presentados durante el interrogatorio a la infanta estaba realmente dirigido a ella. Se trataba de un correo electrónico enviado por Iñaki Urdangarin en el que el duque menciona un contrato de Nóos con Nissan. El juez entiende que Urdangarin estaba consultando a la infanta sobre un proyecto, a lo que la infanta responde: “Parece que está informando, pero no sé si consultando”.

C: “¿Nunca ha estado en una sede social de Aizoon?”.

I: “No, que yo recuerde, no”.

C: “En una sociedad familiar parece que, igual, uno de los socios tiene que mostrar algún interés por conocer la ubicación física del domicilio de la sociedad, ¿no se sintió usted con esa necesidad de ver dónde está mis sociedad?”.

I: “No, Señoría”.

El juez incidía así en uno de los temas más repetidos en el interrogatorio: la infanta Cristina reiteraba que nunca participó en las reuniones ni en las decisiones de la empresa de la que era copropietaria. Durante toda la declaración, la infanta mantiene que ella creó la sociedad a propuesta de su esposo: “Con la confianza que le tengo, yo lo acepto. Crea Aizoon para canalizar sus ingresos profesionales y, a partir de ahí, yo no he tenido nada más que ver”. El juez llega a señalar a doña Cristina que ella “no hacía falta” en la sociedad y que su esposo “puede facturar como persona física” y “como sociedad unipersonal”. La infanta mantiene su discurso: “Confiaba en él, él me lo sugirió y así lo acepté”.

C: “El señor Maciá [notario que participó en la constitución de Aizoon] le dijo a don Miguel Tejeiro [asesor fiscal de Urdangarin] que la intervención de usted en Aizoon era para servir de escudo protector frente a la Agencia Tributaria, ¿por qué mentiría el señor Maciá?”.

I: “Me sorprende que lo haya dicho, porque nunca hubiese aceptado que se me hubiese utilizado como escudo fisal, nunca”.

C:“¿Pero usted es consciente de que ha podido ser utilizada sin saberlo?”.

I: “No ni lo hubiese aceptado, ni me consta, casi me ofende, Señoría”.

Castro continúa preguntando a la infanta sobre su papel en Aizoon y menciona que, si se produjeron estas declaraciones del notario Carlos Maciá, Urdangarin debería estar al tanto. En ese momento, el abogado de la infanta interviene para recomendarle que no conteste a esa pregunta, al considerarla inculpatoria para su marido.

C: “¿Piensa usted que ha podido recibir un trato privilegiado de la Hacienda Pública?”.

I: “No, nunca lo he pensado y, si me permite, Señoría, me gustaría explicarle, que precisamente por ser hija del Rey, quizá se me ha sometido a un escrutinio mayor y se me ha mirado con más detalle todos los temas relacionados con la Administración y con temas delicados y referentes a la Hacienda. Siempre he ido con mucho cuidado y he cumplido con mis obligaciones”.

Así responde la infanta a las preguntas del juez, que siguen apuntando a la posibilidad de que Aizoon la utilizara como “escudo fiscal” para evitar la mirada de la Agencia Tributaria.

C:  “¿Usted se ha enterado ahora de que en la planta primera de su casa había una sociedad?”

I: “Sí”.

C: “Entonces, no habrá visto allí trabajadores. Sí que su marido subía a trabajar, muchas personas tenemos un despacho en nuestra casa, pero ¿qué trabajadores de Aizoon ha visto usted subir a la primera planta?”.

I: “No lo sé, Señoría. Yo he visto movimiento pero, como le digo, las oficinas tenían una entrada independiente y yo me iba temprano por la mañana a trabajar y no sé con quién trabajaba mi marido ni quién entraba y salía de las oficinas”.

El juez Castro explica después a la infanta que la Agencia Tributaria cree que Aizoon es una sociedad pantalla con fines defraudatorios, que tenía personal ficticio, que trataba de obtener beneficios fiscales, “es decir, que no existía, que no había empleados, ni hacía ni se generaba actividad alguna”. A esto, la infanta responde: “No había una sociedad pantalla y mi marido, yo confío en él y en su buen quehacer, no puedo decir nada más”. Tras esta afirmación, el juez pregunta a doña Cristina por la mudanza de Aizoon desde la casa de los duques a otra sede: “¿Habían recibido algún rumor de que se avecinaba algún registro?”. La respuesta de la infanta es negativa.

C: “Pero si usted presenta una factura, por ejemplo, de cuatro libros de Harry Potter, Hacienda lo ve y se le encienden todas las luces, señora”.

I: “Yo no he controlado, yo no lo he hecho y siempre me he fiado de mi marido y sus asesores”.

C: “¿Tomó alguna precaución para que el dinero que se gastaba no fuera incluído como gasto deducible en las declaraciones del impuesto de Sociedades?”.

I: “Ya le digo que yo no llevaba el control de los temas financieros”.

El juez pregunta así por múltiples gastos de la infanta y su familia, al parecer, personales, que se facturaron a través de Aizoon. Entre esos gastos se enumeran cenas, hoteles, gasolina, fiestas de cumpleaños de sus hijos o cuatro entradas para el musical El Rey León en Broadway. La infanta responde siempre con evasivas a estas preguntas.

C: “¿Sabe usted a quién se le ocurrió la feliz idea de camuflar la Salsa y Merengue como curso de formación?

I: “No”.

C: ¿Recibió usted clases de Salsa y Merengue?”.

I: “No”.

C: “¿Quién la recibió entonces?”

I: “No lo recuerdo, igual bailamos Salsa y Merengue, pero no recibí ninguna clase”.

C: “Yo recibí clases de baile hace 30 años y todavía me acuerdo”.

Castro continúa mostrándole gastos a la infanta y le expone que muchos de estos pagos no encajan en Aizoon. Doña Cristina le dice al juez que desconoce por qué estos gastos se facturaban a través de Aizoon, a lo que el juez insiste: “¿No sería para deducirlos del Impuesto de Sociedades?”. Tras esta pregunta, la hija del Rey contesta con otra de una de las respuestas más repetidas a lo largo de su testimonio: “No lo creo, yo creo en la honradez de mi marido”.