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Javier Guerrero: “¿Estamos locos o qué?”

Javier Guerrero.
20minutos.es

Pasquines con la foto de Javier Guerrero Cabrera (25 años) brotaron por centenares en el Madrid consternado por la catástrofe. “¿Has visto a este chico?”, preguntaban desde farolas, marquesinas y paredes. Toda la tropa de amigos del muchacho, y tenía muchos, se movilizó: intervinieron en programas de televisión y radio, buscaron por donde pudieron, agarrándose siempre a la esperanza de que hubiese sufrido amnesia a consecuencia de las bombas.

Pero el padre, Rufo Guerrero (52), que lo había visto desayunar el 11-M en la casa familiar de Vicálvaro, era pesimista. Cuando llegó de amanecida al puesto de frutas que atiende, desde hace treinta años, en una galería de la calle Fuencarral, escuchó en la radio los primeros avances.

–Vi claro que mi hijo iba en uno de los trenes. Lo supe desde el primer momento–dice bajo los fluorescentes que pintan brillos en las piñas, los limones y los tomates en rama.

A los seis días de los atentados, finalmente, la espera se convirtió en luto y los pasquines que los amigos habían repartido dejaron de tener sentido. Los forenses determinaron a ciencia cierta el día 17 que uno de los cuerpos del tren de la calle Téllez pertenecía a aquel chico simpático y de irresistible carisma.

–No le alcanzarían las páginas de ese cuaderno para anotar cómo era mi hijo. Era abierto, expansivo, de los que dejan huella por donde van –dice el frutero, que da la espalda para sacarse los lentes y esconder las lágrimas.