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'El cuarto miliciano', la voz de un testimonio vivo de la Guerra Civil

Imágenes de la ofensiva sobre Lleida, en abril de 1938, durante la Guerra Civil.
GTRES

Han pasado 77 años desde el estallido de la Guerra Civil, y resulta difícil encontrar un testimonio vivo de aquél conflicto. Sin embargo, Carisio Fernández-Rodríguez Martínez ha publicado, a sus 94 años, cómo fue en Madrid esa convulsa etapa de la historia española, en la novela El cuarto miliciano.

El libro, que edita Real del Catorce, rescata los días tal y como fueron vividos por el autor en la zona de la capital que sufrió la represión del bando republicano; una crónica familiar enmarcada en la contienda de 1936, que narra los hechos "minuto a minuto", de modo "que los pocos que hoy quedan pueden asegurar que eso fue así", declara.

El cuarto miliciano relata las tribulaciones de la familia Osorio Vargas durante la Guerra Civil en Madrid, y arranca con el fusilamiento del padre y del hermano menor por cuatro guerrilleros republicanos, lo que desencadena una oleada de venganza de mano del primogénito, un médico agnóstico y masón que decide dar caza a los asesinos de su familia.

A lo largo de la historia Fernández-Rodríguez (Madrid, 1919), explica que "hay momentos de novela negra, románticos, e incluso de costumbrismo"; por lo que no puede darse una etiqueta común a todo el conjunto; excepto que es "propia, hecha con mucho cariño", y que la lleva "muy dentro".

En el libro, tanto el protagonista como el miliciano que titula la historia mueren a mitad de la trama, un recurso que para el autor es una fiel mímesis de la realidad, donde los héroes mueren y la guerra sigue; y una evolución "lógica" de la novela, que continúa recogiendo la historia de Madrid a través de los ojos del nuevo protagonista, el chófer Tomás.

Escrito a partir de sus experiencias con 17 años, el autor sorteó la contienda como pudo y sostiene que "por encima de los bombardeos" otros factores causaron más estragos entre los madrileños, elementos como el cansancio, el miedo o el hambre.

Afirma que muchas veces lee libros o ve cosas en la televisión que no son "ni parecidas" a lo que recuerda, y apunta que "en muchas ocasiones se desvirtúa y se reescribe la historia", sobre todo con una adjudicación de buenos y malos que es "un error enorme".

Fernández-Rodríguez señala que la tendencia de "ocultar las cosas propias y exagerar las ajenas" se ha dado a lo largo de los años en los dos bandos, y justifica que si no ha hablado de los crímenes en la zona nacional, es porque solamente ha vivido la represión republicana y tendría que escribir "de oídas", aunque sabe que "en todos los bandos había personas estupendas y figuras deleznables".

Su meta principal con el libro es "ser objetivo" y no demostrar "apasionamiento por unos o por otros", una distancia crítica con la que ha podido mirar a aquellos días "gracias a la perspectiva que da el tiempo".

Este mismo alejamiento que el autor asume para su novela se lo pide a las generaciones actuales: "La guerra les debería tener sin cuidado, no hubo manera de evitarla, se palpaba en el ambiente", declara, y asevera que un conflicto que "rompe familias sería lógico olvidarlo, sin intentar buscar lo que unos hicieron mal y lo que otros hicieron peor", una vez transcurrido "tanto tiempo".

Licenciado en Derecho y establecido en Soria, Fernández-Rodríguez trabajó durante buena parte de su vida como industrial de la madera, hasta que regresó a Madrid y lanzó su primera obra en 2002, con 83 años: "Siempre me ha gustado escribir pero nunca me había planteado publicar", recuerda.

Su ópera prima, el libro de poesías Hojas sueltas, inauguró una trayectoria literaria jalonada por una colección de relatos cortos como el cuento Adiós Jerusalén o la serie España 1936, su primer acercamiento en dos tomos al conflicto de la Guerra Civil española.

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