Turismo solidario: el viajero menos interesado

  • Es turismo responsable que contribuye a mejorar la economía de las comunidades, sin trastocar su entorno y respetando su cultura.
  • Las ONG logran fondos y una mayor sensibilización de quienes se unen al viaje.
  • Pese a la crisis, las ONG aseguran que no ha disminuido la demanda.
Se trata de colaborar en sensibilizar.
Se trata de colaborar en sensibilizar.
Se trata de colaborar en sensibilizar.

Muchos españoles, cada vez más, optan por dedicar sus vacaciones a ayudar a los más necesitados. Con la solidaridad en la maleta viajan hasta los países en desarrollo como voluntarios de distintas ONG españolas que cada año ofertan plazas para los que quieran embarcarse en esta aventura.

Lo que se intenta es que los visitantes conozcan la realidad de la zona, sus problemáticas y el trabajo de la ONG. En todos los casos se trata de fórmulas de turismo responsable, es decir, son para grupos reducidos y contribuyen a mejorar la economía de las comunidades, sin trastocar su entorno y respetando su cultura. Con esta oferta para turistas, las organizaciones consiguen fondos para continuar con sus labores y logran una mayor sensibilización de las personas que se unen al viaje.

Los viajeros solidarios son principalmente gente joven, de entre 20 y 35 años, aunque también se da otro perfil, de personas mayores de 45 años. En su mayoría son personas de clase media-alta, de profesiones liberales, relacionadas con la educación y con una cierta conciencia social, aunque sólo un tercio está vinculada directamente con el mundo del voluntariado y las ONG.

En España, Ayuda en Acción, SED, Pandora AIPC, Sodepaz, Red de Consumo Solidario de Cataluña, Solidaridad Internacional, SETEM, EntreCulturas, Fundación Vicente Ferrer, Servicio Civil Internacional y Asamblea de Cooperación por la Paz, son algunas de las organizaciones que ofrecen esta alternativa.

Lucila Bergareche trabaja en SED y este verano ha viajado hasta la localidad keniana de Barpello para colaborar como voluntaria durante cinco semanas en uno de los proyectos de esta organización. "Es algo que me llena mucho y aprendes de la experiencia", asegura Bergareche, quien, en concreto, ha ayudado junto a otros tres voluntarios en un colegio al que acuden los niños de esa localidad becados por la organización.

En años anteriores, la joven ha sido voluntaria en Perú, Mozambique y Burkina Faso. "Vas a trabajar, haces muchas cosas pero al mismo tiempo compartes con los demás. Yo necesitaba la experiencia, estaba un poco saturada de Madrid y del terremoto de la vida cotidiana", afirma.

Dos de los compañeros con los que ha viajado hasta Barpello están en paro. A pesar de la crisis económica y de que cada voluntario tiene que costear sus gastos de viaje y manutención, algunas organizaciones aseguran que no ha disminuido la demanda y, en algunos casos, incluso se ha duplicado el número de plazas.

Es el caso de Ayuda en Acción que, según explica la coordinadora del programa "Voluntariado a Terreno", Eztizen Gregorio, envia este verano aproximadamente a 110 voluntarios a los más de 70 proyectos que tiene en Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay y Etiopía.

El precio final del viaje depende del país de destino del voluntario. No es lo mismo, por ejemplo, viajar a Etiopía, donde los billetes de avión pueden costar en torno a los 600 euros que a Ecuador, donde los vuelos cuestan cerca de 1.200 euros. A eso se suma la manutención, que oscila, apunta Gregorio, entre los 7 y los 25 dólares diarios (de 5 a 18 euros).

Muñoz, además de ser trabajadora social en la ONG, ha viajado en sus vacaciones varias veces como voluntaria en distintos proyectos, del que entre otros destaca el que desarrolla SED junto a los Hermanos Maristas en el municipio boliviano de Comarapa.

Su tarea en Comarapa, donde llegó a estar un año, consistía en ayudar a los niños que acuden a la escuela y que viven solos en habitaciones ya que sus padres, campesinos la mayoría, residen en otras poblaciones en las que no hay escuelas y por las malas carreteras y deficiente transporte público no pueden ni llevarles ni traerles cada día.

Ya está preparando su próximo viaje a Bolivia, que en esta ocasión también será de un año porque un mes "se le queda corto".

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