El robot Curiosity cumple en las próximas horas un año de exploración en Marte donde, tras una travesía de 567 millones de dólares, se posó descolgándose de una grúa en el cráter Gale para una misión de dos años en busca de pruebas que confirmen si en el planeta rojo existieron condiciones para la vida.
En un éxito de ingeniería sin precedentes, el artefacto, de una tonelada, descendió tras una compleja maniobra, bautizada como "siete minutos de terror", desde su ingreso en la atmósfera marciana. "¡Cráter Gale, aquí estoy", fue el primer mensaje enviado por el robot desde 248 millones de kilómetros, en una misión con un presupuesto de 2.500 millones de dólares.
Tal como se había planificado, la cápsula desplegó un gigantesco paracaídas cuando estaba a unos 11.000 metros de altura para frenar el descenso. A unos 20 metros del suelo, una grúa bajó el Curiosity, que desplegó sus seis patas de ruedas e inició su aventura en Marte.
En doce meses el robot ha descubierto un antiguo lecho de curso de agua y ha recogido muestras de suelo y atmósfera suficientes como para que los científicos concluyan que podrían haberse dado condiciones para la vida allí hace miles de millones de años.
Ahora Curiosity se dirige a la meta de su misión, las laderas de una enorme y misteriosa montaña que preserva, en sus muchos niveles de sedimentos, una historia de las cambiantes condiciones ambientales de Marte. A menos de dos meses de su arribo Curiosity había cruzado el antiguo lecho donde, según creen los científicos, el agua puede haber fluido en algunas partes con unos 90 centímetros de profundidad.
Cuando llegue a la base de la montaña el robot habrá recorrido aproximadamente 8 kilómetros.
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