Los jugones se han quejado tradicionalmente del elevado precio de los videojuegos (entre 60 y 70 euros para consolas de sobremesa). Según un estudio que acaba de publicar la revista Forbes, el principal motivo es que el desarrollo de uno de estos productos cada día se asemeja más a la producción de una película de Hollywood, lo que implica, por parte de las compañías desarrolladoras, elevadísimas inversiones que pueden alcanzar los 20 millones de dólares.
Teniendo en cuenta que el beneficio que cada unidad vendida proporciona al desarrollador es de un dólar aproximadamente, ¿adónde va a parar el resto del dinero que pagamos por un videojuego? Pues el 45% va a parar a producción y diseño, y el 55%, a gastos de fabricación, distribución, publicidad, etc. La tarta se reparte así, más o menos:
Arte/diseño: un 25%(aproximadamente, 15 dólares).
Programación: un 20% (unos 12 dólares).
Venta al público: un 20% (unos 12 dólares).
Dinero para el fabricante de la consola: 11,5% (7 dólares).
Marketing: 7% (4 dólares).
Publicidad: 5% (3 dólares).
Manufactura y empaquetado: 5% (unos 3 dólares).
Licencias: 5% (3 dólares).
Distribución: 1,5% (aproximadamente, un dólar).
Costes corporativos: 0,3% (unos 20 centavos).
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