Artes

'Edward Hopper dibujando' revela con 200 obras el proceso técnico y creativo del pintor

Estudio a carboncillo para 'Nighthawks' fechado entre 1941 y 1942
Edward Hopper- Whitney Museum of American Art, New York

Los bocetos de Edward Hopper (1882-1967) se presentan ante el espectador como extraños testimonios en blanco y negro, familiares lejanos de las superficies pulidas y la deliciosa paleta de colores de sus famosos cuadros. Una segunda mirada a las humildes obras en papel descubre la evolución del artista hacia la escena definitiva: cada trazo se vuelve significativo y revela las dudas que tuvo, los cambios que realizó y las decisiones que tomó Hopper antes de abordar el lienzo.

El museo Whitney de Nueva York anuncia la inauguración el 23 de mayo de Hopper Drawing (Hopper dibujando), la primera exposición que estudia en profundidad el proceso creativo y técnico del artista. La mayoría de los estudios preparatorios, los bocetos y los apuntes que componen la muestra fueron parte del archivo personal del autor, que apenas exhibió y vendió sus trabajos sobre papel.

Junto a muchas de sus pinturas más emblemáticas, la muestra recopila 200 piezas en carboncillo (la mayor cantidad de dibujos del autor reunida hasta ahora en una misma exposición) entre las que hay trabajos relacionados con obras como New York Movie (1939), Office at Night (1940) y Morning in a City (1944).

Los organizadores destacan una serie completa de piezas que esbozan el que probablemente es el cuadro más célebre de Hopper: Nighthawks (1942). El Whitney expondrá con el lienzo original los 19 estudios previos que existen de la famosa escena noctámbula.

El dormitorio, la oficina, la barra de un bar

Escogidos de la extensa colección de dibujos del pintor que tiene en propiedad el museo y complementados con importantes préstamos, los trabajos arrojan luz sobre la capacidad de observación y reflexión con la que Hopper transformaba escenas —en apariencia corrientes— en obras de arte de gran significado: el dormitorio, la oficina o la barra de un bar se convierten en momentos de poesía, en silenciosos descubrimientos que invaden la rutina de una acomodadora de cine, de una secretaria o de un trabajador cualquiera saboreando una taza de café tras una larga jornada.

La carrera completa del autor queda documentada en un recorrido que comienza con ejercicios de sus años de estudiante y termina con un boceto de Sun in an Empty Room (1963), una de las últimas pinturas que completó.

Los apuntes del natural y las numerosas versiones permiten al espectador ser testigo del asombroso modo en que Hopper observaba la realidad (a la que se refería como "el hecho") y la interpretaba en lo que llamaba "improvisación" para nutrir su universo artístico.