Artes

Vari Caramés reordena treinta años de fotografías en "Ritmo mareiro", su mayor retrospectiva

"Acuario", una de las fotos de la antología de Vari Caramés
© Vari Caramés

Hacer que los defectos sean efectos. Quizá sea el valor más notable de las fotos de Vari Caramés(Ferrol, 1953), un incorregible perseguidor del azar, las sombras huidizas y los encuentros que sólo presuntamente son fortuitos. Con más de tres décadas de dedicación a sus espaldas y una obra de personalísimo trazo que lo coloca entre los fotógrafos españoles más singulares de nuestro tiempo, este cazador, como él mismo confiesa, de imágenes "en volumen bajo y alta fidelidad" expone una retrospectiva con carácter de autobiografía.

La exposición, organizada por el Ayuntamiento de A Coruña, la ciudad en la que vive el fotógrafo y sin cuyo espíritu oceánico sería imposible entender la volatilidad de sus imágenes, se titula Ritmo mareiro (en gallego, ritmo adecuado para la navegación) y está en cartel hasta el 26 de mayo en la sala municipal Kiosko Alfonso. Tiene casi 200 obras y resume la actividad del artista desde los años ochenta.

"Bucear entre imágenes antiguas"

Al tratarse de la mayor retrospectiva de su obra, Caramés ha accedido a marginar su desconfianza hacia la cronología, presentando las fotos agrupadas en series. Algunas se centran en pocos años, otras crecen y reaparecen cuando parecían cerradas. La clave reside en la costumbre del fotógrafo de  "bucear entre imágenes antiguas y negativos, buscando hilos o argumentos para desarrollar".

Esta reordenación ("estoy inmerso en mi túnel del tiempo, y buceando entre cientos de negativos de mi archivo, me reencuentro con nuevas sensaciones, nuevas imágenes, sin tiempo, sin prisas, imágenes que me cuentan al oído cosas en volumen bajo y alta fidelidad") le ha llevado a recuperar fotos y reintrepetar otras.

Emoción antes que descripción

La muestra arranca con una especie de friso de imágenes coruñesas, la mayor parte inéditas, a modo de "previo coruñés". Prosigue con series de los años ochenta, como A movida viguesa, Castelos de Galicia y Coruña by night, a las que siguen Compostela y Visión animal, de los noventa. En todas el fotógrafo recrea lo próximo intentando enfatizar la carga emocional antes que la meramente descriptiva.

Desde 1999 combina la fotografía en blanco y negro y color y se hace más pictórico. Más que fotografiar en color, dibuja con delgadas capas de intensidad muy leve y se comporta como si fuese un acuarelista: el agua como referencia esencial, rincones, encuentros casi fortuitos.

En cada serie (Miraxes, Tránsito, Escenarios) experimenta con los formatos y los soportes, buscando acentuar efectos, revelar los enveses sorpresivos, la capacidad atmosférica del color y las zonas imaginarias que anidan en la realidad.

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