San Sebastián se viste de fiesta al son de la tamborrada

  • En carnaval algunos comenzaron a imitar un desfile en plena Guerra Carlista.
  • Hoy desfilan más de 15.000 personas agrupadas en decenas de tamborradas.
  • Los tamborreros visten un uniforme militar de la época napoleónica y tocan el tambor; los cocineros visten como tales y tocan el barril.
Frente a los uniformados, los cocineros, que visten como tales y tocan el barril.
Frente a los uniformados, los cocineros, que visten como tales y tocan el barril.
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Frente a los uniformados, los cocineros, que visten como tales y tocan el barril.

La tamborrada de Donostia no es la única en Euskadi, ya que decenas de pueblos organizan desfiles similares con motivo de sus fiestas, pero se trata de adaptaciones más bien recientes de la donostiarra, que carecen por tanto de su historia y arraigo. Además, la tamborrada donostiarra garantiza una enorme participación y por ende gana de largo en vistosidad y lógicamente en apabullante presencia sonora. San Sebastián, la Bella Easo salpicada por las aguas que llegan a la playa de La Concha es una ciudad moderna, lujosa y cosmopolita. Pero también es un lugar muy enraizado en sus tradiciones y cada 20 de enero no faltan los donostiarras a la cita de la tamborrada, una fiesta popular en la que el corazón de la ciudad late al ritmo de los bombos.

La puntualidad de la tamborrada es absoluta. Comienza en la Parte Vieja exactamente al llegar la media noche del día 19 (a las 00:00 horas del 20). La plaza de la Constitución es testigo de la izada de la bandera de la ciudad a cargo de la tamborrada Gaztelubide. A este acto acude un representante de cada tamborrada acreditada para lucir sus trajes y barriles. Aunque no todas las tamborradas acuden a la cita, ya que algunos barrios celebran también izadas de forma paralela.

Tras esta solemne inauguración, la misma Sociedad Gastronómica Gaztelubide se encarga de entonar con sus tambores la marcha de San Sebastián, del maestro Raimundo Sarriegi. Conviene decir que aunque esto forma parte de la tradición, no siempre fue así desde los primeros tiempos de la festividad. Para hacerse una idea, esta marcha no fue compuesta hasta 1860 y aunque no se conoce la fecha exacta del origen de la tamborrada, hay algunos datos.

El origen de la fiesta

Ciertas versiones apuntan a que el origen de este desfile está en el redoble que sobre las herradas producían las chicas de servicio y sus acompañantes -menestrales y soldados- mientras esperaban su turno ante una de las tres fuentes que abastecían de agua a Donostia allá por 1836. Sin rebuscar tanto, muchos ven en su evolución una unión natural de la asimilación de las marchas militares que podían escucharse en toda plaza fuerte, por parte de un pueblo con ganas de diversión.

El detonante parece que fue el Carnaval Donostiarra, donde algunos habitantes comenzaron a imitar, tal vez en tono burlón, la formación castrense en plena Guerra Carlista. Con el tiempo, la tradición se dedica a festejar al santo patrono y la naturaleza de la fiesta va tomando forma. Cambió la vestimenta, en la que, a partir del caos inicial  ganaron terreno los uniformes. Y por supuesto la marcha, en principio un zortzico del maestro Santesteban, ejecutado con barriles, a los que después se añadieron los tambores.

Lo que sí ha perdurado es el afán por recorrer las calles de la ciudad al son de los tambores, si bien el marcado recorrido de entonces es ahora un constante, aunque regulado, ir y venir de grupos que hace imposible que haya un solo barrio en el que no se escuche el estruendo tamboril. Y es que hay que vivirlo para imaginarse lo que son 24 horas en que San Sebastián es un desfile viviente sin tregua para el aburrimiento. Más de 15.000 personas agrupadas en decenas de tamborradas se encargan de ello.

Y es que, aún en el improbable caso de que los mayores descansasen de la larga noche aporreando, más de 5.000 niños son protagonistas de la tamborrada infantil durante la mañana, a lo largo de la cual desfogan con ilusión toda su devoción por el patrono y su ciudad. Desde 1990 también participan niñas, y entre ellas se escoge a La Bella Easo y sus damas de honor.

En las de adultos, los que tocan se dividen en dos grandes grupos. Por un lado están los tamborreros que visten un uniforme de un cuerpo de un ejército de la época napoleónica y tocan el tambor. Por el otro, los cocineros, que visten como tales y tocan el barril. Las mujeres suelen vestir el traje de cantinera y aunque pueden participar, son minoría, al estar el origen de la fiesta en las sociedades gastronómicas, únicamente integradas por hombres.

Al llegar la media noche del día 20 de enero, el pueblo donostiarra se reúne de nuevo en la misma plaza en que comenzó la fiesta, donde esta vez la sociedad "La Unión Artesana", arría la bandera de la ciudad y se vuelve a tocar la marcha, el Himno de San Sebastián. Así termina una fiesta tan fugaz como intensa que en sólo 24 horas habrá arrancado cientos de sonrisas y felices vivencias entre los asistentes.

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