Fang Lijun pinta personajes calvos como protesta contra la opresión artística en China
- El artista es una figura destacada del 'Realismo Cínico', un movimiento crítico con la Revolución Cultural y el desarrollo económico implacable del país.
- Una exposición reúne sus obras más recientes, llenas de símbolos que unen el arte tradicional chino con elementos pop.
- Los bebés y hombres calvos son una seña de identidad para expresar rebeldía y desilusión hacia China, donde se asocia la calvicie con la estupidez.
Desarrolló su arte en un entorno hostil hacia los artistas. Fang Lijun (Handan-China, 1963) luchó durante años por la individualidad creativa en un ambiente cultural opresivo como el de China desde la segunda mitad del siglo XX.
Residente en Beijing, famoso en su país y cada vez más presente en los museos europeos y estadounidenses, Lijun es una de las figuras emblemáticas del Realismo Cínico, un movimiento artístico chino que en los años noventa analizaba con ironía y humor ácido la historia sociopolítica del país durante el siglo XX, con especial atención a la Revolución Cultural y al boom económico.
La Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea de Turín (Italia) expone hasta el 30 de septiembre Fang Lijun. Il precipizio sopra le nuvole (Fang Lijun. El precipicio sobre las nubes) una gran muestra con una treintena de obras recientes, algunas nunca antes expuestas y todas tituladas con la fecha de su creación, sin pistas para que el espectador se enfrente a las pinturas con una idea inicial.
Remolinos, olas y cielos nubosos
En su estilo figurativo e imaginativo mezcla el arte tradicional oriental y elementos pop. Muchas de las escenas (dinámicas y algo caóticas) transcurren en remolinos, olas y cielos nubosos en los que se acumulan animales y seres humanos, muchos de ellos sin pelo, que denuncian la creencia tradicional china de que la calvicie es sinónimo de estupidez y torpeza. El personaje se ha convertido en una seña de identidad del pintor para expresar rebeldía y desilusión hacia la sociedad actual de su país.
Con cada elemento de sus cuadros, llenos de símbolos, denuncia clichés y prejuicios del mundo que le rodea, protesta por el modo en que el entorno coarta al individuo y entrelaza vida y muerte con símbolos que se repiten en el cuerpo de su obra. Los ratones y los murciélagos representan el fin de la vida, las libélulas que rodean de modo agresivo a un recién nacido son el presagio de las dificultades y los bebés calvos y grotescos invaden los cielos demandando un cambio.