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«¿Agente, cuántos me quedan?»

Agentes de la Guardia Civil de Tráfico en un control de verificación de alcoholemia el sábado. Jorge Paris.
El sábado fue el gran día de la caza del punto. La Guardia Civil se empleó a fondo en las vías madrileñas. Informar, prevenir, disuadir, era su lema. Lo del carné por puntos iba en serio. Las carreteras amanecían con la nueva puntuación. Las clásicas rayas, continuas y discontinuas, dejaron de ser las reinas. En un control de alcoholemia, en el kilómetro 37 de la M-40, los conductores soplaban y los cazados por el radar eran sancionados.

El radar verificó que el conductor de un Audi A-3 iba a 154 kilómetros por hora. «Cuatro puntos menos», indica un agente. «¿Seguro?», responde otro mirando la chuleta. El conductor, con su rastas y ropa deportiva, increpa: «¡Vamos, que tengo que ir a patinar! ¿Cuántos me quedan?». «Sí, son cuatro menos, y 300 euros de multa», sentencia un teniente harto del vacile.

Es tiempo para el examen perpetuo. Los conductores veían puntos por todos lados. «No hay información, sé que los quitan, pero no cómo», dice Javier, de 25 años, tras soplar. «Fenomenal. Siempre he ido con precaución», dice Joaquín, de 45 años, en su flamante motocicleta BMW.

Puntos de verificación de alcoholemia. Puntos que volaban del carné. Puntos de sutura, para algunos... «Estoy de acuerdo siempre que haya menos muertos», asegura Silvia en su coche. En ese control fueron sancionadas cuatro personas.

Los conductores están preocupados. Van a tener que dejar la copa por el café
Horas más tarde, en uno de los templos de la conducción, el bar de carretera El Cerro de las Cabañas, los conversaciones se visten de faralay. «Llevo 30 años conduciendo y ahora me vienen con esto», dice Julián, transportista de contenedores. «Los conductores están preocupados. Van a tener que dejar la copa por el café», ironiza Jesús, el camarero. «Pero si todo sigue igual», espeta Mariano, un taxista. Otro transportista, Antonio, de 34 años, se suma a la conversación. «Nosotros deberíamos tener más puntos, ¿no? Nos pasamos todo el día en la carretera». Jesús bromea con su parroquia: «Al que fume le quito tres, ¿vale?».

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