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Jean, misionero: "La religión católica no es homófoba pero sí hay católicos que lo son"

Jean, misionero gay francés.

¿Quién es usted? Todos los datos que está dispuesto a hacer público.

Soy Jean, nacido en Brest, Francia, y perteneciente a la Congregación de la Misión (San Vicente Paul). En los últimos años he vivido en París, en nuestra casa-madre y he venido a España para terminar mi doctorado en Teología, y en el futuro, partir hacia el centro de África, a una de nuestras Misiones, cosa que deseo con muchas ganas. Me considero homosexual porque mi inclinación afectiva y corporal se inclina hacia los hombres, si bien, por mi condición de persona consagrada, guardo y respeto los votos que formulé hace años, entre ellos, claro está, el de celibato, lo cual no quita para que intrínsecamente me defina como una persona homosexual. Soy, por tanto, un religioso-gay, o bien un gay-religioso.

¿Cuándo percibó su tendencia homo-afectivo-sexual? ¿Qué conflicto vivió en su aceptación, si lo hubo?

Pienso que la percibí en el momento de la pubertad aunque, como ya antes tenía clara mi vocación al estado religioso, no me supuso mayor trauma que constatar que, si quería ser fiel a mi vocación debería guardar mis sentidos e imaginación, no de las chicas guapas sino de los chicos guapos. Pienso que, de todos modos, en Francia no es tan grande el tabú de la sexualidad como en España. Ni siquiera entre la Jerarquía de mi país la obsesión por la homosexualidad es tan grande como en España; aún menos entre las comunidades religiosas. Conozco religiosos con una gran pluma y que gozan del respeto y cariño de sus hermanos de comunidad. Yo mismo, presiento, tengo bastante pluma aunque las almas caritativas dicen que se debe a mi acento francés.

¿Cómo conoció Betania en Colores?

En Francia participo en una asociación de cristianos homosexuales llamada 'David et Jonathan'. Cuando conocí mi destino en España para estudiar les pedí referencias sobre asociaciones similares en Madrid. Alguien me puso en contacto con los que estaban trabajando en el proyecto de Betania en Colores, hablé con ellos y les pedí participar. Y aquí estoy.

¿Por qué es miembro?

Porque el cristianismo no se puede vivir individualmente, sino solo en comunidad. De acuerdo, yo ya tengo una comunidad, la gran familia paulina, pero también en toda gran familia hay grupos más pequeños que se tratan porque hay algo que les une. Digamos que mi familia es la paulina pero que, de vez en cuando, me uno a mis primos de Betania en Colores para compartir nuestras experiencias de gays cristianos y rezar juntos.

¿A qué reuniones acude y qué le aportan?

A las que puedo. Por un lado tengo bastante libertad de horario, pero por otro, acudo a determinadas clases en Salamanca, por lo que viajo bastante. La oración en común con "mis primos" me ayuda a unirme espiritualmente a todos los gays y lesbianas del mundo, especialmente a los que están en dificultades. La Eucaristía me ayuda a ponerme en comunión con Dios, pero también con los gays y lesbianas que sufren por ser como son. Ese dolor, unido a los dolores de Cristo en la cruz, me recuerda que aún queda mucho por hacer…

¿Cómo es su vida diaria en su congregación-parroquia en relación a su tendencia homo afectivo sexual?

No hay nada especialmente relevante. Creo que mis hermanos de comunidad pueden, o no, imaginar que soy gay, pero quizá por nuestro espíritu particular, nadie presta especial caso, ni siquiera mis superiores. Confieso que siempre he vivido este tema con gran paz. Me siento afortunado en este sentido.

¿Qué siente cuando oye a la jerarquía eclesial hablar en contra de los homosexuales?

Presiento que entre la jerarquía francesa se habla menos de homosexualidad que en España… quizá sea porque, lamentablemente, no tenemos una equiparación a los matrimonios heterosexuales. Sí que es reseñable, sin embargo, que desde la curia romana se hable tanto de homosexualidad y tan poco de otros graves problemas que afectan a los cristianos: la crisis económica, las desigualdades Norte-Sur, los desastres ecológicos, la mundialización económica que tanta pobreza acarrea a los países pobres, el maltrato a los animales, la violencia machista… Eso sí que son pecados que claman al cielo y no que Pedro ame a Antonio. En este sentido, la Iglesia-jerarquía se está alejando del Pueblo de Dios.

¿Es la religión católica homófoba? ¿Es la Iglesia homófoba?

La religión católica no es homófoba pero sí hay católicos que lo son, bien porque tengan prejuicios hacia la homosexualidad extra-religiosos, bien porque se amparen en una errónea interpretación literal de las Escrituras. Pienso que el católico homófobo no es realmente cristiano porque no puede haber tenido en su vida una experiencia personal con el Cristo que ama, con el Cristo que perdona. Tenemos, por tanto, una Iglesia Católica compuesta por muchos “no-cristianos”. Esta paradoja debería hacer reflexionar a muchos teólogos.

¿Por qué es necesaria la clandestinidad de un apartamento para sus liturgias?

Supongo que hay hermanos que necesitan esa clandestinidad para no tener problemas con sus superiores.

Comunidad gay e Iglesia, ¿cómo percibe la relación?

De nuevo tengo que comparar la situación en Francia con la de aquí. La trayectoria personal de un gay o de una lesbiana se puede explicar con el siguiente ejemplo: Laura nace y es educada en una familia cristiana. Va a catequesis los sábados y a misa los domingos. La abuelita a veces reza el rosario con ella. Laura cumple 11 años y descubre que le gusta Josefina; que le gusta y que le excita. Laura se confiesa y el confesor, padre Anselmo, la recuerda el 6º mandamiento “no cometerás actos impuros” y cómo interpreta él dicho mandamiento. Laura decide negarse a sí misma para ser buena cristiana, pero el resultado es que su relación con Dios no es auténtica porque no es Laura quien se pone a rezar, quien comulga, quien se esfuerza por "ser buena",  sino una sombra de Laura. Laura cumple 18 años llena de complejos y, sobre todo, con una afectividad sin desarrollar. No ama, no se deja amar. Finalmente, va a estudiar y tiene un romance con otra chica. De repente descubre lo maravilloso que es el amor, pero recuerda también al padre Anselmo. Decidida a no volver a ser infeliz, decide olvidar al padre Anselmo y, con él, a un Cristo que le han predicado… que tampoco es el real. Laura, deja de ser cristiana. Bajo estas condiciones, la relación comunidad gay e Iglesia no puede ser sino de ruptura, de odio recíproco, de rencor. ¿Debe ser así? Si analizamos la trayectoria de Laura, veremos que está basada en falsedades: a Laura no se la permite ser ella misma. Como contrapartida, se la predica un Cristo que no es el de verdad. Si estas dos proposiciones se tornaran, veríamos que no tiene porqué haber esa ruptura entre cristianismo y homosexualidad.

¿Qué le diría a la Archidiócesis o a la Conferencia Episcopal sobre su realidad?

A esos… no les diría nada. Sin embargo, esa energía me gustaría canalizarla para gritar a todos los jóvenes cristianos y homosexuales que no se alejen de Cristo; que Dios les ama tal y como ellos son. Que, es más, Dios les ha hecho así porque en el desarrollo de su homosexualidad hay también un chispazo del abrazo amoroso del Padre.