Valladolid

El vallisoletano que mató a una pareja en accidente asegura que su mayor condena la lleva ya en la conciencia

El vallisoletano Antonio N.A, juzgado hoy como responsable de la muerte el pasado mes de abril de una pareja que circulaba en moto y a la que embistió con un todo terreno dentro del término de Santovenia, se ha declarado culpable de los hechos, ha pedido perdón a los familiares de las víctimas y, sin poder reprimir el llanto, ha advertido de que a demás de las penas que pudieran caerle, entre los dos años que pide su abogado y los cuatro y ocho años que solicitan el fiscal y la acusación particular, respectivamente, la más pesada de las condenas la lleva ya en la conciencia.

"¡Lamento mucho lo ocurrido, si hubiera visto la moto hubiera parado, llevo ya siete meses en prisión pero la mayor condena es saber que he matado a dos personas!", ha indicado entre lágrimas.

Son las únicas manifestaciones que ha realizado el imputado a lo largo del juicio que ha quedado visto para sentencia en el Juzgado de lo Penal número 2 de Valladolid, donde se han vivido momentos de tensión tanto en la calle, donde familiares y amigos de las víctimas se han concentrado con una pancarta que rezaba 'Justicia para Choche y Andrea', como dentro del edificio de los Juzgados, ya que al inicio de la vista algunos de los presentes que pretendían entrar en la sala y no lo han conseguido por falta de espacio han increpado al ocupante del banquillo con gritos de "asesino" y la frase "¡ojalá te mueras en la cárcel, cabrón!".

Recuperada la calma, el único testigo presencial del trágico accidente, Víctor Manuel M, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha relatado que aquella noche, sobre las 23.45 horas del pasado día 15 de abril, circulaba por la Avenida de Santander, dentro del término de Santovenia, y a la altura de la azucarera ACOR se cruzó primero con una moto a la que seguía un todo terreno a gran velocidad, hasta el punto de que creyó que iban juntos. Fue una vez rebasado por ambos vehículos cuando miró por el retrovisor y vio el alcance del vehículo sobre la motocicleta, tras lo cual el todo terreno siguió su camino a toda velocidad.

No fue hasta el día siguiente, tal y como han recordado varios agentes de la Guardia Civil y de la Policía Municipal, cuando el acusado, acompañado de sus padres, se presentó primero en el Cuartel de la Benemérita para dar cuenta de que se había enterado por el periódico de lo ocurrido y sospechaba de que pudiera haber sido el autor del siniestro, ya que cuando se produjo el impacto pensó que se había dado con el guardarrail. Luego, en dependencias de la Policía Local, fue sometido a la prueba de detección alcohólica, que dio un resultado positivo.

En su comparecencia, todos los agentes que le asistieron han coincidido al señalar que el joven, que carecía de seguro obligatorio, presentaba una sintomatología clara de haber bebido, tales como ojos rojos y olor a alcohol, a pesar de que el acusado alegara entonces que antes del accidente no había bebido nada porque había estado trabajando y que entre el momento del impacto y su entrega voluntaria tan sólo había tomado una cerveza. "Dijo que se había pasado toda la noche llorando, lo que parece una contradicción en una persona que asegura no haberse percatado de lo ocurrido y que hace referencia a un choque con un guardarrail", ha advertido uno de los policías.

Sextuplicaba la tasa máxima

Pero el testimonio más concluyente y contrario a los intereses del imputado lo ha realizado el jefe de la Sección de Investigación de Accidentes de la Policía Municipal, que ha sido categórico al afirmar que el presunto homicida circulaba la noche de autos a una velocidad excesiva para una vía limitada a 50 kilómetros hora y con una tasa de alcoholemia que sextuplicaba la máxima permitida.

En el primer caso, el perito cifró la velocidad entre los 75,6 y los 92,4 kilómetros hora, cálculo obtenido tras cotejar la frenada de 22,8 metros que dejó el todo terreno sobre la calzada y la proyección de los dos cadáveres de las víctimas, sobre todo el de ella, que quedó a 44,3 metros del punto de impacto, mientras que con respecto a la ingesta de alcohol el agente ha apuntado que si la tasa dada al día siguiente del accidente era de 0,56 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, "752 minutos después de los hechos", se puede asegurar que cuando se produjo la doble muerte la tasa oscilaba entre los 1,2 y 1,37 miligramos.

Por ello, a la hora de reconstruir qué ocurrió esa noche, el perito sostiene que la velocidad excesiva y el alcohol provocaron que el todo terreno Hyundai Terracan impactara contra la motocicleta, sin que el acusado realizara maniobra evasiva alguna y luego, tras pisar el freno, continuara su marcha sin detenerse a socorrer a las víctimas.

"El impacto de la mujer con el todo terreno fue brutal al salir despedida de la moto, golpear en la parte delantera derecha y el capó del vehículo y pasar por encima del parabrisas", ha enfatizado el agente, quien por ello sostiene que el conductor "tuvo que percatarse necesariamente de lo ocurrido", afirmación que echa por tierra la versión del imputado de que creyó que impactaba con un guardarrail, elemento de seguridad, además, del que carece dicha vía.

Por ello, el Ministerio Fiscal mantuvo su petición de pena para el acusado, en concreto un total cuatro años de prisión por dos delitos de homicidio imprudente en concurso con sendos delitos contra la seguridad vial, mientras que la acusación particular, que inicialmente interesaba nueve años—incluía el delito de omisión del deber de socorro—redujo la petición a ocho años, a razón de cuatro años por cada homicidio imprudente.

La defensa, por su parte, pidió dos años de cárcel al aplicar a su patrocinado las atenuantes de confesión y reparación del daño causado, ya que los familiares de las víctimas, el vallisoletano de 35 años José Miguel G.F. y la colombiana de 31 Gloria Andrea C.S, han sido ya indemnizados por el Consorcio de Compensación de Seguros con casi 80.000 euros por cada fallecido, además de con otros 3.000 euros por los daños materiales en la motocicleta.

El defensor, en su intervención final, ha advertido de que el trágico accidente pudo estar motivado por la falta de iluminación en la zona, algo que han corroborado todos los agentes que han comparecido en la vista, y también ante la posibilidad de que la motocicleta en la que viajaba la pareja tuviera estropeada la luz trasera, lo que, a su juicio, impidió a su patrocinado percatarse de que la tenía delante.

Respecto de esta última hipótesis, los peritos que examinaron la moto han constatado que la bombilla de la parte trasera estaba en perfecto uso, no así el mecanismo, si bien los expertos han coincidido en que tal sistema pudo romperse a causa del impacto.

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