Carta de Fernando Vicente a Jacinto Pellón
También andaba por allí, pero lejos de nosotros Luís Yáñez, entonces responsable de las conmemoraciones del V Centenario, institución que había tenido la idea de construir la Nao y la había llevado adelante.
De repente, un fuerte murmullo nos hizo levantar la vista para ver la preciosa nave de madera inclinarse poco a poco hasta volcar. La primera reacción de los periodistas, una vez captado el vuelco por sus cámaras en una imagen que dio la vuelta al mundo, fue rodear con sus micrófonos a Luís Yañez, responsable final de la nave.
Jacinto Pellón no dijo palabra, sólo echó a andar para cubrir la treintena de metros que lo separaban de Yañez y colocarse junto a él ante las cámaras en el mayor gesto de apoyo y solidaridad que he contemplado hasta ahora.
Recuerdo también como le enfadaba a Jacinto Pellón la campaña que siguió sobre la suerte de Luis Yañez. Pellón era un hombre de mar cuya principal virtud fue siempre la de conseguir que todos los que le tratamos acabáramos queriéndolo.
Yo, que reconozco que por mi cabeza de ayudante suyo de prensa en aquel momento pasó la idea de impedírselo, aprendí una lección que espero no olvidar mientras le sobreviva. Somos muchos lo que le echaremos de menos.
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