Egipto intenta que los turistas vuelvan tras la revolución

  • El sector es uno de los pilares de la economía egipcia pero, tras la revolución, las visitas e ingresos van a caer un 25% con respecto a 2010.
  • El Gobierno intenta mostrar el lado más tolerante del país.
  • Defienden que es una oportunidad magnifica de viajar a Egipto y entrar en las famosas pirámides y en los museos sin tener que hacer fila.
Una de las partes de la estatua de 13 metros de altura del faraón Amenhotep III, descubierta durante una excavación en Luxor, Egipto.
Una de las partes de la estatua de 13 metros de altura del faraón Amenhotep III, descubierta durante una excavación en Luxor, Egipto.
EFE
Una de las partes de la estatua de 13 metros de altura del faraón Amenhotep III, descubierta durante una excavación en Luxor, Egipto.

La revolución puede traer a Egipto una democracia efectiva. Si es así, el precio de haber perdido atractivo como destino turístico será pequeño y pasajero. Recuperada la tranquilidad, Egipto se ha lanzado a rescatar su turismo por todo lo que está en juego.

La imagen de los disturbios durante las manifestaciones en la plaza cairota de Tahrir ha quitado las ganas de viajar a más de un potencial turista. La posibilidad de pasear por las calles de El Cairo libres de turistas o de entrar en las famosas pirámides sin tener que hacer fila se ha vuelto algo común.

Esa ausencia de visitantes se palpa en la capital egipcia, donde ahora es posible visitar a solas la cámara funeraria de la Gran Pirámide o recorrer las estrechas calles del barrio islámico sin tropezarse con grupos organizados de turistas extranjeros, algo impensable hasta hace nueve meses. En realidad, es una gran oportunidad; un momento estupendo para ver Egipto sin masificaciones.

Pérdidas millonarias

En el Museo Egipcio, el panorama se repite: las visitas se han reducido a una quinta parte y sus responsables ya ansían que llegue la temporada alta prevista para el invierno. Junto con El Cairo, el valle del Nilo, con sus cruceros y vestigios arqueológicos, ha sido el otro gran destino perjudicado.

El sector, uno de los pilares de la economía egipcia, ya atravesó en el pasado dificultades como consecuencia de ataques terroristas y conflictos en países vecinos, pero ahora afronta una nueva crisis.

Este año, las pérdidas en el turismo alcanzarán los 3.000 millones de dólares y las visitas e ingresos caerán un 25% con respecto a 2010, según estimaciones del Ministerio egipcio de Turismo.

Su cara más amable

Además de mostrar el lado más tolerante de Egipto, el Gobierno ha lanzado campañas internacionales de promoción del turismo, ha pagado asientos vacíos en los aviones para evitar la cancelación de vuelos y hasta ha desistido de introducir un visado antes de viajar al país por los efectos negativos que pudiera causar al sector.

Para revertir la situación, también se han proyectado nuevas rutas como la que une El Cairo y Asuán en barco o las enfocadas a la salud, el deporte o la religión.

Pero en este último terreno, el religioso, las ideas más tolerantes a veces pueden chocar con otras, como la última propuesta del grupo conservador islámico Hermanos Musulmanes: prohibir el bikini en la playa o el consumo de alcohol en los hoteles.

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