Una escapada a Aranjuez en el 'Tren de la fresa'

Como cada primavera, el Tren de la fresa se pone en movimiento. Esta atracción turística, que une las localidades de Madrid y Aranjuez con una ambientación histórica, reproduce el primer recorrido de ferrocarril puesto en marcha en la comunidad madrileña, que también fue el segundo proyectado en España. Desde hace 26 años, el que fue transporte de monarcas se ha convertido en una peculiar excursión de día para ver una de las ciudades Patrimonio de la Humanidad más cercanas a la capital.

El Tren de la fresa se puso en marcha por primera vez en 1851 para unir Madrid con el Real Sitio de Aranjuez, de manera que sirviese de enlace a dos residencias monárquicas y fuese a su vez un primer paso para crear una vía entre el interior y el Mediterráneo, más concretamente Alicante. Este camino pasaba además por las localidades de Villaverde Bajo, Getafe, Pinto, Valdemoro, Ciempozuelos y Seseña, que entraron a formar parte del eje industrial del centro de la península. Cuando se inauguró, el trayecto de 49 kilómetros se realizaba en hora y media, y los viajeros se repartían en coches de diferentes clases, según lo que pudieran pagar.

El convoy que ha llegado hasta nuestros días está compuesto por una locomotora Mikado y cuatro vagones de madera tipo Costa, que datan de principios de siglo XX. Además, lleva un furgón DV y un vagón J restaurados para este proyecto. Algunas partes de este ferrocarril han prestado servicio hasta los años 60.

El viaje en el Tren de la fresa se puede realizar en las fechas de mayo, junio, septiembre y octubre que se indican en su web de información. El trayecto entre el Museo del Ferrocarril en Delicias y la estación de Aranjuez dura 50 minutos y cuesta 28 euros para adultos y 20 para niños de entre 4 y 12 años, más los gastos de gestión. El precio del ticket incluye viaje de ida y vuelta en el tren histórico, una degustación de fresones durante el camino y el traslado de la estación a la zona monumental en autobús. La entrada da derecho a una visita guiada al Palacio Real, a otra libre al Museo de Falúas y a un descuento en el Museo Taurino.

Pero Aranjuez tiene para ver mucho más que lo que ofrece este paquete turístico. Desde la disposición de sus calles, ejemplo de urbanismo barroco, hasta las huertas y sotos que acompañan a su paso al Tajo, toda la ciudad recuerda a la época de esplendor del que fue uno de los lugares de recreo favoritos para la Corte de Carlos III y Carlos IV.

Además de las dependencias y jardines del Palacio Real y el Museo de Falúas Reales, incluidos en el recorrido propuesto por el tren, se puede visitar la Casa del Labrador, un palacete neoclásico situado en el Jardín del Príncipe. Es también ineludible acercarse hasta la Plaza de Toros, que con sus 200 años es considerada uno de los cosos más bonitos y antiguos de la península, junto con la Maestranza de Sevilla y la de Ronda. De camino entre estos edificios y con ayuda de un mapa, se pueden encontrar otras joyas de arquitectura civil, militar y religiosa.

La primavera es también una de las mejores épocas para pasear por los jardines que salpican Aranjuez y que florecen gracias a un sistema de canales y a los ríos Tajo y Jarama. El visitante podrá escoger su favorito entre los más escondidos, como el del Rey en Palacio, el Parterre de inspiración francesa, el italoflamenco de la Isla, o el gran Jardín del Príncipe, con su exuberante vegetación. Mas allá del entramado urbano está la laguna Mar de Ontígola, que antaño abastecía de agua de riego a la ciudad y sus huertas y que ahora es una reserva natural refugio de aves.