Almería

Los horticultores incrementan un tres por ciento la superficie con control biológico esta campaña

El Delegado De Agricultura, Juan Deus, Visita Un Invernadero
EP/JUNTA

En términos relativos, el incremento más importante se ha registrado en el cultivo de berenjena, que registraría en este supuesto un 45,6 por ciento más de superficie que en la campaña anterior, con 964 hectáreas frente a 662, según informa la Consejería en una nota. El aumento de este método de producción integrada y lucha biológica en calabacín ha pasado de 776 hectáreas en la campaña 2009-2010, a más de 980 hectáreas en la temporada actual, esto es, un 26,5 por ciento más.

También se ha registrado un aumento en el cultivo de sandía, que ha pasado de 2.660 hectáreas en la campaña de referencia, a más de 2.830, y en pepino, donde el incremento ha sido de algo más del cinco por ciento con 1.991 hectáreas frente a 1.891 de la campaña de referencia. En melón, por el contrario, la superficie cultivada con control biológico se ha reducido con un 24 por ciento menos, ya que frente a las 4.435 hectáreas de hace dos campañas se ha pasado a algo menos de 3.400. Con todo, el melón, tras el pimiento, es el producto con mayor porcentaje con estos métodos de lucha contra las plagas: un 84 por ciento.

El pimiento prácticamente se cultiva al cien por cien en control biológico. En esta campaña hay en cultivo unas 7.475 hectáreas, de ellas, en 7.210 se aplica la lucha biológica, lo que representa un diez por ciento más que en la campaña pasada. El tomate, de las 9.000 hectáreas dedicadas a esta hortaliza en la provincia, 2.623 están en control biológico, que representa casi el 30 por ciento. No obstante, supone un siete por ciento más que en la campaña 2009-2010, cuando la superficie en la que se utilizaban insectos auxiliares para controlar plagas era de 2.450 hectáreas.

La producción integrada es un sistema agrícola de obtención de vegetales que utiliza al máximo los recursos y los mecanismos de producción naturales y asegura a largo plazo una agricultura sostenible, introduciendo en ella métodos biológicos y químicos de control, y otras técnicas que compatibilicen las exigencias de la sociedad, la protección del medio ambiente y la productividad agrícola, así como las operaciones realizadas para la manipulación, envasado, transformación y etiquetado de productos vegetales acogidos al sistema.