Castillos de Badajoz, tesoros que se resisten al olvido

  • El castillo de Alburquerque ofrece visitas teatralizadas.
  • Desde la torre del de Puebla de Alcocer se ven tres embalses y varios castillos.
  • El abandono hace que algunas de estas fortalezas corran peligro.
La estructura actual data del siglo XV y se le atribuye a don Álvaro de Luna.
La estructura actual data del siglo XV y se le atribuye a don Álvaro de Luna.
Turismo de Alburquerque
La estructura actual data del siglo XV y se le atribuye a don Álvaro de Luna.

Durante siglos, las líneas fronterizas de la península han ondeado como las banderas de los ejércitos que se la disputaban. Escenario de conquistas y reconquistas, Badajoz conserva como parte de su memoria una extensa red de fortalezas que antes o después fueron primeras defensas romanas, cartaginenses, musulmanas y cristianas.

Segura de León, Feria, Burguillos del Cerro, Azagala, Piedrabuena, Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, Alange o Herrera del Duque son algunas de las construcciones que aún hoy hacen de esta provincia extremeña una tierra de castillos. Todo ello pese a que, pasado el tiempo y olvidada su utilidad, muchos corren más peligro por el abandono en la actualidad que el que nunca corrieron en la batalla.

El castillo de Luna y el barrio de la Teta Negra

Situado en la cima de Alburquerque, el castillo de Luna es Monumento Nacional desde 1924 aunque su rehabilitación más importante fue después de la Guerra Civil española. A pesar de que su construcción empezó antes, la estructura actual data del siglo XV y se le atribuye a don Álvaro de Luna, Maestre de la Orden de Santiago, de quien finalmente tomó el nombre.

La fortaleza está protegida por tres niveles de murallas y aún conserva muchos elementos de su diseño antiguo, como puertas, baluartes y su edificio más destacado, la Torre del Homenaje. Desde su atalaya se divisa el patio de armas, donde está la Iglesia de Santa María del Castillo, los espacios comunes de las tropas, el aljibe, la casa del alcaide y las mazmorras.

También intramuros, se encuentra el antiguo barrio gótico o de la Teta Negra: un entramado de callejuelas y casitas encaladas con arcos ojivales que están habitadas por vecinos de la ciudad. Actualmente, parte del castillo es un centro educativo, pero se sigue recordando su historia con rutas teatralizadas para turistas y horarios de visita cinco días a la semana.

Puebla de Alcocer y La Siberia

En Puebla de Alcocer hay una fortaleza militar de siglo XII que se atribuye a constructores mudéjares en sus orígenes, por las dobles hileras de ladrillos de sus torres y las ventanas encuadradas.  La heráldica de la Torre del Homenaje habla de una reconstrucción en el siglo XV a manos de las familias Sotomayor y Zaldívar, pero el aspecto actual se debe a una rehabilitación llevada a cabo en los años 80 del pasado siglo. Esto explica que la parte mejor conservada sea la dedicada a la vida familiar, en detrimento de la zona militar.

Del castillo de Puebla de Alcocer destacan las vistas desde el “redondón” encima de la torre: un mirador de 360 grados que permite divisar las llanuras de La Siberia, todas las poblaciones vecinas, los embalses de Orellana, Zújar y La Serena y otros castillos, como los de Capilla, Almorchón, Benquerencia, Magacela y Medellín. El pueblo que da nombre a esta fortaleza tiene además restos cartagineses y romanos.

El de Medellín se dice que es uno de los castillos más completos del Medievo. Es una construcción gótica del siglo XIV construida sobre un asentamiento de legiones romanas. Su planta oval, dividida en dos recintos, está en una meseta que sólo es franqueable por un lado. La historia hizo que por ella pasaran cristianos y musulmanes en diferentes periodos, y nunca será olvidada porque se dice que la leyenda del joven conde de Medellín, Juan de Portocarrero, inspiró a Calderón para escribir su obra  “La vida es sueño”.

Historias de abandono y de olvido

Otro de los castillos que se alcanzan a ver desde Puebla de Alcocer es el de Almorchón, una fortaleza de la que queda poco más que las ruinas de dos torres, aunque impresiona por su perfil sobre la pared de una peña. Estas edificaciones datan del siglo XV, pero el lugar comenzó siendo un enclave musulmán y alcanzó sus años de esplendor en manos de los Caballeros del Temple, en el siglo XIII.

El abandono también amenazó durante mucho tiempo al castillo de Salvatierra de los Barros, mandado construir por Alfonso IX en el siglo XII. Hace unos años fue adquirido, rehabilitado (y salvado) por unos particulares que han hecho de él su hogar. El interior no está abierto a visitas, pero la fachada del monumento es espectacular.

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