Con la abdicación de la Reina Margarita de Dinamarca echamos el cerrojazo a una época, la de los monarca del siglo XX. Los 'old school'. Esos que construyeron su imagen sobre un trono real y ficticio que los separaba de sus súbditos en todos los sentidos. Las nuevas generaciones son más reales, en el sentido menos glamuroso de la palabra.
Siempre he sentido una predilección especial por la reina de los de daneses. Su especial sentido de la estética y su artística personalidad le han otorgado siempre un aire entre cool y despreocupado pero sumamente diferente, que me encanta.
Ya en su boda nos enseñó que tenía mucha personalidad, llevando un broche en forma de margarita, por cierto el mismo que llevaba el día que anunció su abdicación, colocado originalmente en el centro del pecho. Sólo una muestra de que ella iba por libre y que no iba a hacer siempre las cosas como marca la costumbre. Desde ese momento, y a excepción de la época en las que llegó al trono completamente enlutada debido a la muerte de su padre, ha hecho de la ropa y los complementos su divertida forma de expresión.
Los colores explosivos, estampados florales y las prendas de aire folk han sido una constante en su vestuario. Tanto le gusta la ropa que incluso ha diseñado parte de sus prendas. Mi preferida, un chubasquero amarillo, a lo Capitán Pescanova. Reversible y con un estampado lleno de llamativas flores, una tela proveniente de una mantelería que no se usaba en palacio.
Nunca ha aparecido en las listas de las mejores vestidas, pero sin duda es porque la originalidad no suele ser premiada en estas clásicas recopilaciones tradicionales. Margarita II juega en otra liga, manteniendo un estilo ecléctico y austero y por cierto bastante anclado en el tiempo. Debe ser porque repite sus prendas, incluso las más antiguas de su armario, hasta la saciedad, pero siempre me provoca una nostalgia vintage cuando la veo, sobre todo en su vertiente más informal. Faldas setenteras, vestidos camiseros y pantalones palazzo forman parte de su armario menos solemne.
Aunque ciertamente todo esto cambia cuando hablamos de sus estilismos más formales y ya si hablamos de los destinados a las noches de gala... se sale. Sedas, encajes, brocados y pieles, muchas pieles, han caracterizado sus conjuntos más sofisticados. Debe ser la única monarca que a día de hoy sigue luciendo sin pudor sus estolas, abrigos y complementos de visón o astracán. De hecho en sus últimas apariciones parecía que había descendido directamente de un cuadro del siglo XVII. Esos volúmenes, diamantes y condecoraciones. Una combinación única entre historia y fantasía.
A la todavía Reina parece que nunca le ha importado lo que la gente ha pensado de su excéntricos vestuarios y ha usado la ropa para expresarse. Pero es que Margarita ha sido original en todas y cada una de sus formas. Arquitecta, historiadora, pintora, escritora… Durante su largo reinado ha tenido tiempo para todo, incluso para ilustrar (bajo el pseudónimo desvelado hace poco: Ingahild Grathmer) la versión danesa del libro El Señor de los Anillos de Tolkien, de quien siempre se ha declarado admiradora.
Sin duda una mujer única que deja paso a una nueva generación, quizá más preparada, moderna y cosmopolita, pero sin duda alguna, mucho menos original y atrevida.
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