Ni supervelocidad, ni visión rayos X, ni invisibilidad, ni una capa con la que volar. Este poder nos hace únicas, fuertes y valientes. Este poder nos hace extraordinarias, resistentes y enérgicas. Ese poder nos hace maravillosas, listas y tenaces. Disfrutemos de él porque no hay nada más alucinante que un 'superpoder' dado sin haberlo pedido.
Así arranca el especial que llevamos mañana en Mujer.es, en él recogemos entrevistas a mujeres extraordinarias de todos los ámbitos: deporte, cultura, espectáculo, empresa; reportajes sobre violencia de género, artículos sobre reivindicaciones feministas hechas a través de la moda, un ranking con la selección de las ocho mujeres del momento según la redacción de mujer.es… entre otros contenidos.
Un año más reivindicaremos la igualdad en todas las parcelas de la sociedad y seguiremos defendiendo la paridad y las cuotas allá donde haga falta.
Hablando de cuotas
Hace años no estaba de acuerdo con la política de cuotas, recuerdo que cuando Zapatero nombró el primer gobierno paritario de la historia de España y se empezó a hablar de cuotas yo soltaba a diestro y siniestro: "no quiero estar en ningún lado para equilibrar la balanza o para que la 'foto salga bonita', quiero que me elijan por mis méritos, no por ser mujer". También opinaba que como presidente del gobierno Zapatero debería estar rodeado de los mejores sin pensar en si son hombre o mujeres.
Pues bien, mi experiencia, vital y laboral, hace años que hizo que cambiara de opinión (yo, yo, ¡¡¡¡¡yo!!!!!) y el viaje me hizo reflexionar sobre el tema. Me di cuenta de que las cuotas no solo son buenas si no que son absolutamente necesarias. Imprescindibles para que la mujer esté presente en lugares en los que normalmente (históricamente) no lo está, para que la sociedad se acostumbre a verlas en puestos de responsabilidad, en comités de dirección, en las mesas donde se toman las grandes decisiones políticas, empresariales, editoriales… y sobre todo para que los hombres aprendan a convivir laboralmente, a trabajar en equipo, a escuchar, a respetar y a aprender de personas a las que durante demasiado tiempo se les ha privado del derecho de ser sus iguales.
Ahora toca negociar los salarios en igualdad de condiciones, pero eso da para otra columna. Feliz 8 de marzo compañeras.
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