Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

La revolución de las preguntas

  • Teresa Viejo, #maestradelacuriosidad, se estrena hoy en Mujer.es. Cada miércoles tendremos una nueva entrega de su 'curiosa' columna. 
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No se trata de dudar, se trata de querer saber 
Cortesía
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En la primera cita con quien hoy es mi pareja propuse lo siguiente: “Mira, dado que conocerse requiere tiempo y nosotros tenemos poco, ¿quisiera probar algo?”. Cuando me miró ojiplático, yo aclaré: “¿Y si nos hacemos preguntas? Que la única regla sea preguntar con libertad y responder con autenticidad pero, si en algún momento nos sentimos incómodos, decimos “este asunto prefiero no tratarlo” y a por otro. ¿Te parece?”.

Le pareció, y hasta hoy.

Sí, pregunto mucho, pero no por oficio sino porque la pregunta es la llave de las mil puertas. Entrenar la curiosidad a través de ellas es una filosofía de vida.

Esta también es una primera vez. Me estreno en Mujer.es y los inicios aceleran el corazón, sensación que delata una actitud en constante crecimiento similar a la de tratar de construir un interrogante que sea inteligente y mueva al otro hacia el lugar que deseamos. Por tanto empecemos por los cimientos: ¿por qué esta mujer que se presenta como “maestra de la curiosidad” escribe un post sobre algo tan simple como una frase entre los signos “¿?”?. Porque es lo más poderoso si queremos efectos de inmediato. Para comprender hay que preguntar. Para persuadir, conectar, averiguar, entender o descubrir. Si no preguntas, no logras nada. Si lo haces, puedes cambiar el signo de interrogación por una prometedora exclamación.

Teresa Viejo
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Puesto que investigo la curiosidad y sus beneficios en nuestro desarrollo profesional, no olvido la anécdota que me contó Marisol Soengas, bióloga en el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas)  e investigadora del melanoma. Para Marisol, nacida en una pequeña villa gallega, su idea de paraíso era un laboratorio, pero no cualquiera: el mejor. Así que al concluir sus estudios pidió una entrevista con Margarita Salas. Tenía veinte años y en su currículum solo se leía “muchas ganas”. Cuando ambas estuvieron frente a frente, Margarita le hizo una única pregunta:

- ¿Qué has hecho y qué quieres hacer?

A partir de ahí dejó hablar a Marisol calibrando, en sus palabras, su seguridad y ambición. A continuación, se incorporó a su equipo.

No, las mejores preguntas no tienen que llenarse de verbos pluscuamperfectos sino dirigirse a la línea de flotación de quien las recibe y para ello hay que indagar qué es lo que deseamos obtener. Indagar, que no explicarlo. Si Margarita hubiera dicho: “¿Así que quieres trabajar en mi equipo, verdad?”, habría conseguido de Marisol un puñado de frases hechas, quizá halagadoras pero anodinas. Y el intelecto de la joven no hubiera tenido la oportunidad de desplegar su persuasión.

Preguntar nimiedades es un mal común, pero si supiéramos lo que dicen de nosotras las puñeteras frases las pensaríamos más: preguntas que recurren a lugares comunes sugieren falta de confianza, poca ambición e, incluso, un pensamiento inmaduro, por eso te invito a que las trabajes, en especial en el ámbito laboral, porque te retratan mejor que cualquier aseveración. Hasta en la charla del ascensor hay una oportunidad para entrenarlas. En lugar de preguntar, “¿qué, hace calor hoy?”, interésate por la persona con la que compartes vecindario y de la que sabes más bien poco. Lo que prejuzgamos una intromisión se convierte en un interés genuino por otro ser humano puesto que la intención sería “te escucho, me interesa lo que cuentas, valoro tu opinión y lo que respondes”.

Preguntar nimiedades es un mal común, pero si supiéramos lo que dicen de nosotras las puñeteras frases las pensaríamos más.

España no es país para preguntas. La mayoría terminan como material de deshecho porque no se meditan ni se abren a la escucha generosa de la otra persona, dado que previamente nos hemos respondido nosotras mismas -“Digas lo que digas, sé lo que piensas”-. En cambio en Alemania se cotizan al alza. Allí existe el “Director de preguntas de fundamentales” cuya responsabilidad consiste en formular preguntas poderosas al equipo directivo. Preguntas que llevan al cambio, que modifican el presente hacia un futuro alcanzable porque las respuestas incluyen, casi siempre, una hoja de ruta para lograrlo. ¿Cuáles son mis favoritas? Las que empiezan por “¿Y si…?”. Cuestiones que te sacuden y te lanzan a explorar mil y una posibilidades.

Tranquila, soy consciente de que no todas las preguntas poseen ese súper poder e idearlas requiere aprendizaje y mi propuesta sería que inicies tu propia colección de preguntas. Como si tuvieras que limpiar tu armario y elegir prendas que refuercen tu fondo en él. Mantén los oídos alerta y registra las preguntas que te gustan y que has escuchado en una serie, en un libro o en una charla TED, buen lugar para aprender el arte de las preguntas poderosas porque casi todas arrancan con una.

Yo me dirijo en la dirección en que apuntan mis preguntas. ¿Y tú?

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