No pensaba escribir sobre el look de Kim Kardashian en la gala MET, ya hemos hablado mucho sobre su cintura, el corsé mata personas que llevaba, las pelotillas de su rebeca, a la que se asía como si le fuera la vida en ello, y lo ridículo de su actitud. Marita Alonso hizo un análisis maravilloso sobre la otra cara de esta gala, esa que no habla de glamour y moda, la que habla de sacrificios, de dietas, de dolor y de looks que eran incompatibles con las funciones que un ser humano hace de forma natural como caminar o subir escaleras. Por no hablar de que nunca Jennifer Lopez tuvo peor cara en una alfombra roja.
Pero bueno, vayamos al grano, el motivo por el que finalmente sí he decidido escribir sobre ello es porque creo que alguien debería hacer algo para que nadie pusiera en riesgo su vida. Si ella carece de sentido común ¿no debería una sola persona de su equipo tenerlo?.
Looks que eran incompatibles con las funciones que un ser humano hace de forma natural como caminar o subir escaleras
Y me explico. Hablo de Kim K. La empresaria llevaba un vestido, hiperceñido en la cintura, de Maison Margiela, y buscaba unos zapatos adecuados a su estilismo. 'Necesitaba' que la elevaran desde el 1’57 que mide, hasta el 1,80 que quería medir… y aquí viene la gran tragedia, los zapatos no podían llevar tacón. ¿Cómo? Se preguntarán ustedes. Muy sencillo (cuenta la propia celebritie en un vídeo de Vogue), "si llevan tacón se me puede ‘enganchar’ en el bajo del vestido". ¿Solución? Quitarle el tacón y llevar unas plataformas de 23 cm con las que andar de puntillas y con mucho cuidado ya que un pequeño desequilibrio te puede hacer caer de espaldas.
La verdad es que tuvo mucha suerte al dar con ellos: "Son perfectos (…) Me pondré de puntillas para andar con ellos, y tendré que estar balanceándome y contrayendo los gemelos. Las bailarinas lo hacen… aunque tienen mucha práctica", reflexionaba ella, sesuda. Kim, amiga, las bailarinas lo hacen cuando actúan, cuando bailan, cuando van 'en puntas' por exigencias de la coreografía y lo consiguen después de años y años de ensayo, de práctica, de llagas y de callos.
Caminar sobre unos zapatos sin apoyo en la parte trasera y que te obligan a ir en puntillas no es compatible con el sentido común y me atrevería a decir que no es compatible con la vida.
Y aquí es cuando me pregunto si nadie en el séquito de personas que acompañan a Kim Kardashian (entre los que se encuentran doctores, abogadas, asistentes personales, su propia madre...), se atrevió a decirle: mira, esos zapatos no. No ha ocurrido nada y me imagino que se los debió quitar según atravesó el escaparate de fotógrafos (o no…) pero si pierde el equilibrio y por inercia (o costumbre, llámenme loca) decide apoyar los talones en el suelo, el tortazo hubiera sido épico. ¿Cuántas adolescentes habrá ahora mismo buscando un calzado similar? Definitivamente, no cabe una tonta más.
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