En pleno 2024 y con los coches eléctricos más que integrados en la sociedad, lo cierto es que siguen estando en boca de todos, y más desde que la pasada Semana Santa, los supercardores de Tesla ubicados en la Atalaya del Cañavate se hicieran virales con distintos vídeos que mostraban cómo la cola de vehículos daba la vuelta al restaurante esperando un cargador libre.
Sin embargo, como no todo lo que aparece en las redes sociales se corresponde con la realidad, no quedaba otra que comprobar por uno mismo si esto de viajar en coche eléctrico es tan ‘imposible’ cómo se harta la gente a decir.
Para nuestro plan, lo primero que necesitábamos era un coche 100% eléctrico; momento en el que entra en escena Peugeot. La firma francesa tiene distintos modelos cero emisiones en su catálogo, pero el E-308 nos resultó especialmente atractivo para esta premisa por su relación calidad-precio (arranca en 41.700 euros sin ayudas), por su aspecto prácticamente idéntico en todas sus versiones, por su tamaño, por sus prestaciones, por su popularidad… Es por todo esto y más que nos decantamos por un modelo que creemos que sirve realmente bien como unidad de medida. Ni muy grande y pesado, ni un urbanita ideado únicamente para hacer trayectos urbanos.
Una vez resuelto esto, y establecido que queríamos contar también con un trayecto común entre los españoles como punto de referencia, nos decidimos por un Madrid-Valencia, y vuelta; 710 kilómetros que suponen un buen atracón para sacar algunas conclusiones. Esto es todo lo que pudimos esclarecer después de la experiencia.
1. El coche eléctrico no sólo es para ciudad
A pesar de que el entorno urbano es sin duda el que más beneficia a un vehículo eléctrico, lo cierto es que los fabricantes llevan ya tiempo poniendo al servicio del consumidor un producto que sirve para bastante más que para recorrer 20 kilómetros diarios. Peugeot, con este E-308, ofrece una autonomía homologada de 409 kilómetros, y su nuevo E-3008, se vende con variantes que alcanzan hasta los 700.
Nosotros, con el E-308 a 120 km/h y sin intentar buscar consumos, realizamos los 710 kilómetros del trayecto parando únicamente 3 veces, y todo ello teniendo en cuenta que, al ir cuatro coches, las paradas duraban algo más de lo necesario por estar, evidentemente, más entretenidos de lo adecuado hablando y tomando un café. Para ser exactos, dos de las paradas fueron de 25 minutos, mientras que una se alargó hasta los 30, pero de haber ido solos y a tiro hecho, podrían haber sido bastante más cortas (en torno a los 15 minutos).
2. Viajar en silencio es un lujo
Otro de los elementos a destacar de un eléctrico es el silencio de marcha. A bordo del Peugeot E-308, las 8 horas de viaje se pasaron sin ningún tipo de fatiga ni dolor de cabeza o cansancio mental, con total tranquilidad y con el gusto de poder ir con la radio, la música o el Spotify, a un volumen bajo y escucharlo a la perfección. Y ni que decir tiene que, de haber ido acompañado, una conversación a un volumen de voz bajo, es bastante más amena, agradable y menos cansada que con un tono elevado. Además, quedamos gratamente sorprendidos por el nivel de aislamiento de este E-308, tanto en rodadura como en aerodinámica, pues no se escucha apenas ruido de los neumáticos ni del viento contra los espejos retrovisores, por ejemplo.
3. Gasolina VS Eléctrico
En términos de experiencia de viaje, un vehículo de combustión interna quizá pueda recorrer el trayecto del tirón sin paradas. Sin embargo, siendo realistas, no mucha gente, y menos familias, acostumbran a hacer un viaje de 4, 5 o 6 horas, sin parar. Lo más normal es hacer una parada técnica para ir al servicio, repostar, comer algo, descansar o, simplemente, estirar las piernas. A poco que vayas al baño, te pidas un café o compres un par de botellas de agua en la gasolinera de turno, tu coche eléctrico habrá cargado suficiente energía como para que, en muchos casos, llegues a tu destino.
Según lo que vivimos nosotros con el Peugeot E-308, que tiene una capacidad máxima de carga de 100 kW, los supercargadores de Tesla son una solución idónea. Con esto en mente, nuestra parada intermedia en el trayecto de ida hacia Valencia, fue en la 'famosa' Atalaya del Cañavate (la de la cola de Teslas en Semana Santa).
4. Precios y tiempos de las cargas
En dicho lugar encontramos 10 puntos de carga, y al ir nosotros un jueves, estaban en uso tan sólo 2 de ellos. El ‘pit stop’ se demoró 25 minutos; 25 minutos en los que nos tomamos un café y un pincho de tortilla para desayunar los cuatro involucrados del viaje. Mientras tanto, el coche cargó 24 kWh (su batería es de 50,8 kWh útiles; por lo que cargamos un 50% aproximadamente), y el precio que pagamos fue de 13,20 euros.
Tras llegar a Valencia, que lo hicimos con un 36% de la batería, siempre a 120 km/h de marcador y después de haber recorrido 355 kilómetros con un consumo de 15,3 kWh/100 km; paramos a comer y, al salir, volvimos a cargar los coches. Otros 25 minutos; 28 kW de energía suministrada (55,1% de la batería); y 15,40 euros. Con esto, y manteniendo la velocidad en el límite legal, en modo Normal (el coche tiene hasta un modo Eco que ni usamos) y con la climatización en funcionamiento cuando era necesaria, es decir, con una conducción normal y corriente, volvimos a llegar a la Atalaya del Cañavate para una última recarga antes de alcanzar Madrid. 30 minutos, 33 kW (65% de la batería) y 19,80 euros. En total, 47 euros en cargas rápidas durante el viaje. No nos parece ningún disparate si se compara con un coche de gasolina.
5. Espectacular consumo del Peugeot E-308
15,9 kWh/100 km. Esta fue la cifra que arrojó nuestro ‘corcel’ eléctrico tras 710 kilómetros de viaje. El Peugeot E-308, que ya habíamos probado en varias ocasiones y que sabíamos que presumía de eficiencia, nos sorprendió con una cifra impresionante y muy cercana a la oficial que homologa, pues sólo es 0,8 kWh/100 km superior. Además, con sus 156 CV, el E-308 se mueve con soltura por los distintos tipos de vías, adelantando con suma facilidad, siendo ágil cuando ha de serlo y bailando cómodamente en la fina línea entre prestaciones y eficiencia. Así es como logra tener una muy cómoda y buena dinámica de conducción que se combina con unos consumos realmente sorprendentes por lo ajustados.
6. Al rato, te olvidas de que es eléctrico
No sabemos si es porque el aspecto de la variante eléctrica respecto a la de combustión y la híbrida es prácticamente idéntica; si porque el interior es cómodo, práctico y resulta familiar desde el primer momento; o si es por el simple hecho de su gran eficiencia, pero lo cierto es que al rato de viaje te olvidas casi de que estás a bordo de un eléctrico. Hay que reconocer que cuesta eso de no ir mirando cada 20 segundos qué autonomía resta para quedarte a cero, pero en cuanto entiendes que hay puntos de carga en tu camino, que son accesibles, fáciles y rápidos y que, a pesar de llegar con 0 kilómetros de autonomía en el peor de los casos, tu coche seguirá moviéndose algunos kilómetros más, parece que se te pasa ese miedo o ansiedad por la autonomía que tanta gente sufre o teme sufrir a bordo de un vehículo cero emisiones.
Nosotros hemos hecho más de 700 kilómetros en el mismo día con un coche 100% eléctrico. Hemos aprendido que con un uso ‘normal’, llegas de Madrid a Valencia con una parada de 15 minutos y menos de 10 euros (nosotros al parar 25 llegamos a Valencia con un 36% de la batería, por lo que podrías pararte menos tiempo). Y nos hemos quitado ese miedo de viajar en coche eléctrico. ¿Os aventuraríais vosotros?