Aranjuez, más allá del palacio con los mayores jardines de Europa

El Paisaje Cultural de Aranjuez, Patrimonio Mundial por la UNESCO, esconde numerosos rincones que sorprenderán al visitante. Explora durante tres días este emblemático enclave de la Comunidad de Madrid

EN COLABORACIÓN CON COMUNIDAD DE MADRID

Los lugares declarados Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO tienen un “valor universal excepcional” por formar parte del patrimonio común de la humanidad. La Comunidad de Madrid cuenta con cinco de ellos (el Paisaje de la Luz en la capital; el Monasterio y Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial; la Universidad y centro histórico de Alcalá de Henares; el Paisaje Cultural de Aranjuez; y el Hayedo de Montejo) que sorprenden al visitante porque, pese a ser bastante conocidos, aún guardan muchos rincones para explorar.

A menos de una hora en coche de Madrid se encuentra el Paisaje Cultural de Aranjuez, donde se encuentra el Palacio Real con los mayores jardines del sur de Europa. Pero esta suntuosa residencia de la monarquía no es lo único que merece la pena descubrir de este municipio situado en el sur de la Comunidad Autónoma.

En tres días podremos conocer algunos de sus numerosos espacios emblemáticos, todo ello acompañado de una gastronomía famosa por la calidad de sus productos.

Primer día: la joya de la corona

El Palacio Real, levantado a orillas del río Tajo, da la bienvenida a Aranjuez. Aunque en un primer momento se trataba de una residencia menor, Felipe II comenzó su transformación en el imponente edificio que es hoy. Sin embargo, sería Felipe V quien lo popularizaría.

El sobrio exterior, que alterna el blanco de la piedra de Colmenar y el rojo del ladrillo, esconde un interior que alberga rincones inesperados como el Gabinete de Porcelana. La totalidad de paredes y techos de este salón están ornamentados con porcelana en relieve. Desde hojas y troncos, hasta seres de fantasía o personajes de inspiración oriental, el visitante no puede dejar de maravillarse por esta obra de artesanía.

Salas más sobrias como el Salón del Trono, con su tapizado en rojo, se alternan con otras más llamativas como el Gabinete Árabe, inspirado en el estilo de la Alhambra.

Palacio Real de Aranjuez.
Palacio Real de Aranjuez.
ISTOCK_Comunidad de Madrid

Al salir, cruzando un canal artificial, se llega al Jardín de la Isla que, como su nombre indica, está completamente rodeado por las aguas del Tajo. Entre sus zonas ajardinadas se esconden curiosas fuentes, como la Fuente del Reloj, en la que la sombra del chorro de agua marca la hora; o la fuente de Venus que, según se dice, se fabricó con piedra traída directamente desde Lepanto después de la conocida batalla.

Si se quiere continuar disfrutando del ambiente palaciego, lo mejor es reponer fuerzas en el restaurante Carême, situado en un edificio histórico del s.XVIII, o en el conocido El Rana Verde; ambos con panorámica de los edificios reales. Finalmente, para disfrutar de una comida tradicional rodeado de historia se puede recurrir al restaurante Aguatinta, que se encuentra dentro de una antigua casa de la familia Alba, en la que solía alojarse el célebre pintor Francisco de Goya en sus visitas a la ciudad.

Comida con vistas al Palacio de Aranjuez.
Comida con vistas al Palacio de Aranjuez.
©BELÉN IMAZ_Comunidad de Madrid

Segundo día: explorando los jardines

El Jardín del Príncipe se compone de 150 hectáreas de jardines y huertas que se antojan perfectas para una excursión el segundo día, ya que en su interior acoge muchos puntos de interés. Fue creado por Carlos IV cuando aún era Príncipe de Asturias para unificar varios trazados anteriores y cuenta con varios Árboles Singulares.

Uno de sus puntos más interesantes es el embarcadero, desde el que partían las travesías festivas reales que se realizaban en falúas, lujosas embarcaciones barrocas con las que los reyes navegaban por el río. De hecho, se puede contemplar una colección de estas naves en el Museo de Falúas Reales.

Siguiendo el interés que había por el pasado y las culturas exóticas se construyó el Castillo, un gran salón abovedado con evocaciones medievales, y una zona denominada Chinescos, con diversos edificios con función únicamente estética e inspiración asiática. Asimismo, el gusto paisajístico de la época llevó a levantar la montaña Suiza (o Rusa), una montaña artificial que buscaba la imitación del paisaje.

Jardines de Aranjuez.
Jardines de Aranjuez.
©BELÉN IMAZ_Comunidad de Madrid

Por último, se puede visitar la Real Casa del Labrador, un palacete de recreo de estilo neoclásico. Fue concebido para estar plenamente integrado en el jardín y toda la temática del edificio gira en torno a la vida en el campo.

Siguiendo esta temática campestre el visitante puede lanzarse a conocer los gangos, merenderos típicos en los que se puede llevar la comida, pero en los que, a cambio, tienes que comprar la bebida. Se suelen situar a las afueras, en zonas cercanas al río, aunque algunos de ellos han terminado por reconvertirse en restaurantes.

Si se prefiere una experiencia gastronómica más tradicional se puede probar la famosa Casa José, que cuenta con recetas de alta cocina elaboradas con productos de la huerta y de temporada; o Casa Delapio, donde se pueden degustar vinos de hasta 70 zonas vitivinícolas diferentes.

Restaurante Casa José.
Restaurante Casa José.
©ANDRÉS ARRANZ_Comunidad de Madrid

Tercer día: el centro de la ciudad, mucho por descubrir

Finalmente, el tercer día el visitante puede dedicarlo a pasear por el centro de la ciudad y conocer, por ejemplo, la iglesia de San Antonio, que corona una de los principales puntos de encuentro del municipio. Se originó como un oratorio por orden de Felipe IV, consciente de que la capacidad de la capilla real era insuficiente, y terminó por integrarse completamente con la plaza.

Los palacios de Godoy y Osuna, aunque actualmente se encuentran en distintos estados de conservación, fueron testigos de la importancia de la ciudad, ya que el primero de ellos sirvió como residencia para el primer ministro de Carlos IV. Por su parte, el Real Convento de San Pascual es una de las construcciones más imponentes de Aranjuez, siendo el único Real Patronato creado por Carlos III.

Recorrer el mercado de abastos permite al visitante conocer la excelente calidad de los productos cultivados en Las Vegas. Estos ingredientes son utilizados por la mayoría de restaurantes de la ciudad para elevar el nivel gastronómico de sus platos. Una buena forma de probarlos es recorrer alguna de sus zonas de tapeo, tanto la de la calle Postas como la de la Calle Stuart.

Con esta pequeña excursión a un paso de la capital se puede descubrir (y saborear) en profundidad una de las joyas que la UNESCO ha destacado y protegido dentro de la Comunidad de Madrid.