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Michael Phelps: "Te quiero, mamá"

Michael Phelps besa a su madre.
REUTERS

En 1993, la vida de Deborah junto a sus tres hijos no era sencilla en los suburbios de Baltimore. Pasaba las horas entre su trabajo en un colegio y la consulta del médico, que no hallaba razón a los problemas de su hijo Michael. Le diagnosticaron un desorden de déficit de atención por hiperactividad.

El niño no podía estarse quieto un segundo y su madre se lo llevó a la piscina. Y Michael Phelps se lanzó al agua a los nueve años, huyendo de las discusiones familiares que terminaron con el divorcio de sus padres y buscando una solución a su hiperactividad, que le tenía tomando pastillas cada día, hasta que él directamente abandonó el tratamiento: "Saldré de esta, lo controlaré", le dijo a su madre. No faltó a su palabra.

Poco a poco, las habilidades de este chico traspasaron los pequeños límites de Baltimore. "Desde que le vi supe que tenía algo especial", repite su entrenador, Bob Bowman. A los 10 años, Michael ya batía récords de niños de 14 y su progresión ascendió más y más. Aún ahora, él no conoce sus límites: "Creo que puedo seguir mejorando", dice con una mueca.

Phelps es un pez, y como tal, lejos de su medio sufre. Él mismo ha reconocido en varias ocasiones su torpeza fuera del agua: "Hasta hace poco, ni sabía juntar leche y cereales en un mismo bol". Y no es cosa banal, pues su desayuno es clave para proporcionar toda la gasolina necesaria a sus aletas: ocho huevos fritos y sus respectivas tostadas.

Y así fue construyéndose la historia del mejor deportista olímpico de la historia, al que Debbie ve como "un niño grande al que cada día quiero más. Estoy orgullosa por lo que está consiguiendo". La madre, ahora directora de un colegio, se ha convertido en un personaje cotidiano en las pantallas del Cubo y de las televisiones estadounidenses: "La gente no sabe lo que Michael ha tenido que sufrir hasta llegar aquí".

¿Y que le dice Michael cuando gana una medalla? "Te quiero mamá, siempre me lo repite". En Pekín ya suma cinco medallas, once en su carrera, que le proclaman como el mejor olímpico de la historia.

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