Real Madrid y Atlético por Europa: dos andaduras dispares... y complementarias

Siempre odiosas como afirma el aserto, las comparaciones lo son más aún al confrontar el palmarés continental del Atlético y el Real Madrid. Los dos han sumado títulos europeos, pero la cuantía y la enjundia de los mismos es bien diferente, sobre todo en lo que a la máxima competición balompédica del Viejo Continente se refiere. En cuestiones de palmarés absoluto, mandan los blancos solo por ese aval de los 9 títulos entre la Copa de Europa (seis) y la actual Champions (tres). Pero si la que condicionase el palmarés fuera la cercanía temporal,  el Atlético ganaría enteros por sus cuatro títulos continentales, dos Europa League y dos Supercopas de Europa, de los últimos años; un período de tiempo en el que el Madrid no ha levantado ningún título continental.  En estos últimos años, el Atleti iguala a los merengues en el palmarés de la UEFA y les supera en el de la Supercopa de Europa. Cuestión de lecturas.

Lo cierto es que la actual Champions, la eterna Copa de Europa, fue un invento francés a partir de un deporte de origen británico, pero el Real Madrid fue un cómplice tan necesario como fundamental para su creación en los despachos y su rápida expansión sobre el césped. Un golpe sobre la mesa que derivaría e inspiraría posteriormente la Recopa de Europa (ya desaparecida, integrada en la UEFA en los años 90) o la Copa de Ferias (antecedente, aunque no reconocido, de la posterior Copa de la UEFA, UEFA Europa League en la actualidad), torneos donde el Atlético ha tenido más presencia. La Copa de Europa  fue el chispazo inicial para las competiciones deportivas de clubes. Y por ser la primera, también se convirtió en la más deseada. Recordaba, y se felicitaba, Santiago Bernabéu al respecto en las páginas del rotativo galo L'Équipe de aquellos años: "Los presidentes de dieciséis clubs, reunidos en París, pusimos en macha la Copa de Europa en menos de tres horas. El inmenso éxito de esta competencia ha permitido salir de sus fronteras al fútbol de clubs y ha contribuido a aumentar las relaciones deportivas entre los diferentes países".

Ganador de las cinco primeras ediciones del torneo de forma consecutiva, el Real Madrid no solo es el club europeo con más títulos en la Champions (bajo sus diferentes  denominaciones y formatos), sino que también es la entidad que más participaciones acumula. Desde el nacimiento de la competición en la campaña 1955-56, el Madrid solo se ha quedado fuera en quince ediciones.  Y enfrente, lejos de ser un asiduo (hasta 47 clubes de la clasificación histórica le superan en número de campañas), y pese a haber concentrado tres presencias incluyendo la de la presente campaña desde la temporada 2008-09, el Atleti ofrece nueve participaciones en la Champions (contando la final de Lisboa).  Un bagaje corto, pero intenso: entre esas nueve presencias, en dos ocasiones alcanzó la final (1973-74, 2013-14) y otras dos las semifinales. Curiosamente, su peor actuación llegó en la última, hasta ahora, andadura por la Champions...

La Champions League actual y la Copa de Europa anterior han sido el ecosistema competitivo favorito del Real Madrid. Cuarenta y cuatro asaltos de 59 posibles así lo corroboran. Una copa tan interiorizada en la entidad, un objetivo constante, que ha sido, es y será capaz por sí misma de aportar dudas y firmezas sobre unos proyectos deportivos sometidos, cosas de la notoriedad, a la mirada universal.  Y a su presión derivada. Ningún equipo ha sumado más títulos ni ha llegado a más finales. La entidad de Concha Espina encontró en su expresidente Santiago Bernabéu a un firme convencido de la importancia y la necesidad de contar con un torneo en el que los primeros espadas de Europa se vieran las caras, un apoyo que incluso fue a más durante la primera edición gracias a su triunfo final frente al Stade Rennais y que les apartó conceptualmente de la Copa de Ferias, una alternativa en la que nunca llegó a tomar parte.

"Los campeonatos nacionales se han convertido a menudo en cálculos de números en los que el espíritu del juego está ausente. Las cuestiones de amor propio, de envidia, sostienen una atmósfera irrespirable y un clima peligroso. Por eso, si levantamos  nuestras miradas, si olvidamos nuestros intereses personales y miramos derechos hacia delante nos daremos cuenta de que nuestra solución es el campeonato de Europa del que tanto se habla", proclamaba Bernabéu, un visionario en aquellos tiempos.

Cuando el once compuesto por Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Muñoz, Zárraga, Joseíto, Marsal, Di Stefano, Rial y Gento ganó en el Parque de los Príncipes de Paris la primera edición, la primera piedra de un lustro de dominio absoluto blanco y un primer trofeo en propiedad para sus vitrinas, nadie podría imaginarse la andadura en el desierto que  llegaría después de la sexta victoria, la de los yé-yé,  la conquistada en el belga Heysel ante el Partizán de Belgrado por los Araquistain, Pachín, De Felipe, Zoco, Sanchís, Pirri, Velázquez, Serena, Amancio, Gross y Gento. Hasta 32 temporadas tuvo que esperar el Madrid para volver a levantar la orejona, 32 campañas en las que solo se alcanzó la final de 1981 perdida frente al Liverpool.  Volverían los éxitos en un período entre siglos, y después, un largo barbecho de octavos que derivó en tres ediciones de semifinales.

En esas tres décadas  de "extraño destierro" se concentraron las quince ausencias blancas de este torneo y que, sin embargo, acabarían permitiendo explorar otra realidad competitiva, realidad que había disfrutado su génesis, precisamente, en la creación de la Copa de Europa. Tardaría, eso sí: hasta mediados de la década de los años 80, en la que el Madrid encadenó cinco ediciones lejos de "su competición fetiche", la entidad no levantaría la Copa de la UEFA. Ganaría el Madrid dos ediciones consecutivas, el primer club en lograrlo y también el único equipo español que logró el título bajo esa denominación, a costa del Videoton húngaro y del Colonia alemán.  Dos 'uefas' sobre nueve participaciones marcadas por las despedidas tempranas, unas semifinales (1991-92) perdidas con el Torino y una última participación con una 'madrugadora' derrota frente al Odense danés.

Sin embargo peor le fue en la Recopa, la Copa de Europa de los campeones de Copa, donde participó en cuatro ocasiones: el Real Madrid perdió las dos finales que alcanzó de un torneo que dejó de organizarse en 1999 para que la UEFA absorbiera todo su tejido competitivo. La Recopa, una competición con mucho color español desde su nacimiento, le fue esquiva a un Madrid que perdió la final de la edición de la campaña 1970-71 con el Chelsea londinense en Atenas y la de la 1982-83 con el Aberdeen escocés en Gotemburgo. La primera  y única Supercopa de Europa del Real Madrid es un logro relativamente reciente: de 2002. El torneo es el más tierno de todos los "europeos", gestado entre 1972  1973. Y el primer triunfo blanco, una consecuencia de la "novena" tras dos tropiezos previos ante Chelsea y Galatasaray en una competición que nació en los setenta y se modernizó a finales del siglo XX.

Sin el pedigrí en la máxima competición continental de su ilustre vecino, los triunfos en la Europa League y la Supercopa de los últimos años han revitalizado la vertiente continental de una entidad con más éxitos dentro de sus fronteras que fuera, mucha intermitencia en lo referente a sus participaciones en la actual Champions y merodeos improductivos en la UEFA y la Recopa alternados con descalabros sonados. Aunque los criterios de clasificación actuales, que permiten la presencia de más de un equipo de ciertos países, han colaborado activamente en una mejora de los guarismos del Atlético de Madrid. Los entornos propicios para sus correrías por el Viejo Continente estuvieron en la Recopa, con nueve participaciones de las que se despidió para siempre cayendo en semifinales con el Parma (1992/93), y en la UEFA, con diecinueve presencias llenas de recuerdos amargos. Panionios, Derby County, Dinamo de Dresden, Boavista, Groningen, Sion y Vitoria de Guimaraes apearon al Atleti a las primeras de cambio en los setenta y ochenta. Y Fiorentina, Politehnica Timişoara y OFI Creta generarían tormentos en unos noventa que acabarían, pese al descenso doméstico, cayendo en semifinales con Lazio y Parma. En la Copa de Ferias, además, ya había tomado parte en cuadro ocasiones con su techo en unas semifinales, a las que llegó directamente por sorteo, perdidas frente a la Juventus.

Sin contar con esta final de Lisboa, el Atlético ha dejado pocas pinceladas en la Champions, aunque sí muy destacadas. Y al frente, claro, la conocida por muchos como "la casi", la final de la edición de 1973-74 en la que los rojiblancos rozaron el triunfo. A las órdenes de Juan Carlos Lorenzo: Reina, Melo, Heredia, Adelardo, Capón, Eusebio, Ufarte, Luis Aragonés, Irureta, Salcedo y Gárate. La historia de aquel gol de Luis Aragonés en la prórroga que neutralizó a los pocos minutos el impronunciable Schwarzenbeck y exigió una repetición de la final días después en la que los bávaros, con más solvencia, lograrían el primero de sus cinco títulos. Aquella fue la final más larga de la historia y la única a doble partido. Además,  esa era la cuarta presencia en la Copa de Europa de unos rojiblancos que, no obstante, habían alcanzado las semifinales en dos de sus tres participaciones previas: una de ellas fue la de la campaña del debut, la 1958-59, en la que les apeó el Real Madrid.

Hasta ese frustrante momento en Heysel, el gran momento continental había llegado de la mano de la Recopa, de alguna forma la "competición fetiche" atlética por esas tres finales disputadas. En la segunda edición del torneo de campeones de Copa (1961-62), y después de superar al Sedan-Torcy galo, el Leicester británico, el Werder Bremen alemán y el Motor Jena también germano, el Atlético dirigido por José Villalonga doblegó a la Fiorentina en el partido de desempate de Stuttgart después de un primer partido de la final sin goles en Glasgow. El Atlético se convertía así en el primer equipo español que inscribía su nombre en el torneo. En la temporada posterior, donde compitió en su condición de defensor del título, alcanzó otra vez la final después de apear en el camino al Hibernians escocés, al Botev Plovdiv búlgaro y al Núremberg alemán; en la gran final de Rotterdam, sin embargo, el Tottenham  británico fue un ciclón.

En la temporada 1985-86 volvió a disponer el Atlético de Madrid de una oportunidad para engordar su palmarés, pero el Dinamo de Kiev por entonces soviético fue un hueso demasiado duro de roer en la final de la Recopa de Lyon. Tras eliminar al Celtic de Glasgow en un duro debut de dieciseisavos, los colchoneros fueron avanzando en el torneo a costa del Bangor City galés, el Estrella Roja (por entonces) yugoslavo y el Bayer Uerdingen alemán.  Un título y un subtítulo en la Copa Intertoto, un torneo menor de carácter estival y por esos entonces clasificatorio para la UEFA, le aportaron exotismo a las vitrinas de un Atlético que a partir de entonces consolidaría su presencia en las competiciones europeas, ya fuera en la Champions o en la Europa League.

De las particularidades organizativas de la Champions nació el primer éxito en la Europa League: el de 2009-10. El Atlético recayó en la segunda competición continental, refundada de cara a esa edición tras una mala fase de grupos en la que al menos acabó tercero, y comenzó su andadura en dieciseisavos de final contra el Galatasaray. Superaría a Sporting de Lisboa, Valencia y Liverpool antes de alcanzar una final de Hamburgo en la que batiría al Fulham. Tras caer en la fase de grupos de esta competición en la temporada siguiente, volvería a conquistar la Europa League en la 2011-12 después de comenzar su andadura en la tercera ronda previa e ir superando al Stromgodset noruego, Vitoria de Guimaraes portugués, una fase de grupos con el Udinese italiano, el Stade Rennais galo y el Celtic de Glasgow escocés; al Lazio italiano, al Besiktas turco, al Hannover alemán y al Valencia antes de batir en la final de Bucarest al Athletic de Bilbao.

TABLA 1. El Atlético en la Champions

TABLA 2. El Real Madrid en la Champions