El Balita dispara por última vez en el ring
El púgil tuvo que dejar la escuela a los 14 años para trabajar de feriante con su padre, pero «eso no me gustaba» y persiguió el sueño de ser boxeador. 214 combates después –22 de ellos como profesional– asegura que «es la ignorancia la que habla cuando se dice que este deporte es una brutalidad».
Aunque en España no sea un deporte con el glamour que exhala en los EE UU, el cordobés reconoce que «alguna vez se me ha acercado alguna chica y me ha dado su teléfono para que tomáramos una copa juntos, pero yo me iba a descansar».
En lo que no es tan disciplinado este boxeador de 1,50 m y 48 kilos es en su dieta. «Me gusta darme buenos homenajes con jamón, queso, caballas y mejillones».
Futuro funcionario
Para Lozano no existirá depresión tras la retirada: «Tengo que cuidar de mis tres hijos, dirijo un gimnasio y quiero sacar la oposición en la sección de deportes de la Diputación de Córdoba, donde ya trabajo de interino».