Crítica de 'En el Adamant': el Oso de Oro de Berlín invita a la desestigmatización de la enfermedad mental

En Paris, existe un barco muy especial, anclado en una de las orillas del Sena. El Adamant es una estructura flotante, donde decenas de trabajadores de la sanidad pública francesa asisten a personas con trastornos mentales, que no disponen de familiares o amigos que puedan ocuparse de ellos. Esta nave no es exactamente un hospital con pacientes. Más bien, se trata de un centro de día voluntario, en el que se inscriben individuos con desordenes psicológicos para pasar sus días en grata compañía.

La película ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín es un documental observacional que invita a presenciar un milagro. La discreta cámara de Nicolas Philibert se esconde a bordo del barco, sin intervenir en el escenario. El director registra las actividades llevadas a cabo sobre la cubierta (juegos, charlas, talleres…), para demostrar la confianza y la seguridad que adquieren sus protagonistas cuando nadie les juzga. El valor de En el Adamant reside en su pureza a la hora de acercarse a los sujetos, forzando al espectador a preguntarse por sus propios prejuicios. La obra de Philibert resulta un filme-emblema sobre la desestigmatización de los individuos con enfermedades mentales.

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